«Siempre me quedaba esa duda. A mí me gustaría responder en euskera a mis clientes, pero si lo hablo mal, ¿me quedo al final sin esa venta?» Leyre Rozas es la dueña de la sastrería Paraíso en Santutxu. Esta semana ha logrado sacarse la espinita. Ella es una de los 160 comerciantes que están matriculados en los cursos de euskera financiados al 80% por el Ayuntamiento de Bilbao.

Cada mediodía de lunes y miércoles va al euskaltegi Bilbo Zaharra, en el Casco Viejo de Bilbao. Está en el grupo de perfeccionamiento, donde estudian unos diez comerciantes más. Por ejemplo, allí también está Jennifer Jiménez, que se está soltando:

«Mira, yo he estudiado toda la vida en euskera, en modelo B, pero había perdido habilidad, y ya no me atrevía ni a hablarlo. Hoy es el segundo día de clase y ya me veo que me salen las palabras solas», cuenta satisfecha Jennifer. Ella trabaja en una tienda de congelados en el Casco Viejo. Y, ¿ya responderá al cliente en euskera a partir de ahora? «Sí, sí, por supuesto», asegura.

Porque por las calles de Bilbao hay 165.000 ciudadanos que se manejan en euskera, según cifras oficiales. Son el 46,7% de la población total.

La idea es la de siempre. Que no vale con tener el idioma en la cabeza, si no que hay que comprar calabazas, ratones de ordenador o calzoncillos en lengua vasca. Por eso las clases son casi únicamente orales. El idioma fluye perfectamente sin necesidad de dominar el subjuntivo.

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