En los últimos meses el mundo ha asistido al deterioro físico y emocional de una gran diva de la música negra. Una privilegiada –y blanca- Amy Winehouse le decía una y otra vez "no" a la rehabilitación (rehab), reclamada a gritos su entorno más próximo. No ha sido la primera ni la última artista en caer en el pozo de las drogas y el alcohol, pero la casualidad ha querido que su declive personal coincida con el regreso de otra estrella semi-apagada. Whitney Houston ha vuelto, y con ella su impagable voz.

Tres años le ha costado coger fuerzas para poner en la calle I look to you (Sony Music), un disco en el que la cantante ha puesto todas sus esperanzas y para el que se ha rodeado de gente como Alicia Keys, Akon o Clive Davis, ese productor que supo ver en ella, allá por 1983, a una incipiente Aretha  Franklin, madrina, por cierto, de Houston. Ni rastro queda de aquel gesto torcido por el crack que fue carne de revistas, ni de la sombra de Bobby Brown, ex marido y compañero de muchas correrías.

Un salto mortal

Su relación nació muerta, tal y como confesó el también cantante justo antes de publicar su biografía. Acusó a su esposa durante 15 años de haberse casado con él por interés y de introducirle en el consumo de ciertas sustancias. También confesó sus múltiples infidelidades, que alternó, supuestamente, con una retahíla de episodios de violencia doméstica. Contrajeron matrimonio en 1992, el mismo año en el que Whitney abrazó la gloria con la película El guardaespaldas y aquel soñador I will always love you. 

Su carrera pegó un salto mortal, aunque álbumes como Whitney (1987) ya adelantaran un esplendor nunca visto antes en una mujer: ella solita, con sus inagotables registros vocales, batió records en las listas de ventas de todo el mundo. En 1993, nació la única hija de la pareja, Bobbi Kristina, que ha compartido con su madre canciones y estados psicóticos a pesar de su corta edad. Ambas sufrieron la fama y los escándalos, aunque maquillados durante una década larga por el cine, los premios y los números uno.

Houston, de 46 años, firmó en 2003 su último trabajo de estudio, One wish: the holiday album, un disco de villancicos. Un año antes, editaba Just Whitney y confesaba en televisión su historial adictivo ante la periodista de la ABC norteamericana Diane Sawyer, a la que negó, no obstante, que estuviera enferma. "La fiesta se terminó", anunció ante las cámaras. En 2004 ingresaba en un centro de desintoxicación y comenzaba para ella un tortuoso camino por el infierno que le llevó a la depresión y casi a la indigencia.

"Gracias a Dios"

Se publicaron fotos de su casa, de su rostro demacrado y de su dejadez, adornadas por declaraciones de allegados, que causaron un gran impacto. En 2006, al fin, tomó la determinación de separarse de Bobby y fue su madre, Cissy Houston, la que le dio un ultimátum: "O te curas o te retiras”. Así se lo ha contado la propia Whitney a Oprah Winfrey en una larguísima entrevista –partida en dos- que ambas grabaron coincidiendo con la nueva temporada del show de la presentadora y que empezó a emitirse este lunes.

Entre otras cosas, y decidida a "contar la verdad", ha revelado que pasó siete meses encerrada en casa "en pijama" y que el amor por su ex marido pudo más que su propia felicidad. Asegura que Brown abusó de ella emocional pero no físicamente durante su matrimonio, aunque recordó una vez en que le escupió tras haber estado bebiendo.

"Algunas veces le sucede a un hombre cuando una mujer tiene tanta fama.... Trataba de restarle importancia todo el tiempo. Solía decir: 'Soy la señora Brown, no me llamen Houston", ha manifestado. Hace pocas semanas se permitió, superados sus demonios, aconsejar a su colega Rihanna sobre el maltrato; sólo diez días atrás, se subía a un escenario en Central Park (Nueva York) con su retoño para entonar los nuevos temas, con las cuerdas vocales tocadas pero con la ilusión de un regreso esperado por mucha gente.

Porque la Whitney de ahora poco se parece a la de ayer. Su tono es grave, sus heridas aún grandes. Pero el R&B sigue corriendo por sus venas y aún es capaz de hacer bailar a sus eternos fans con canciones como Million dollar bill, single de su nuevo álbum, que este martes sale a la venta en España. En EE UU vendió más 300.000 copias en una semana, un hito en la trayectoria de la cantante y en el universo musical femenino. Alguna ayuda extra ha tenido: Dios, "el amor de su vida", ocupa la primera dedicatoria en el libreto.

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