Barrio español de
Nápoles, 26 de mayo de 2009. La vida transcurre con normalidad en el corazón de la ciudad cuando
los integrantes de
dos bandas mafiosas de la
Camorra napolitana entran en escena a bordo de varias motocicletas con el objetivo de marcar su territorio.
Irrumpen
a tiros, parecen disparar sin un blanco determinado, aunque en realidad se trata de un
ajuste de cuentas entre dos familias. La gente
corre aterrorizada, en todas las direcciones, para ponerse a salvo.
Petru Birlandeanedu, un músico rumano que se gana la vida tocando el acordeón en los trenes, se dirige junto a su esposa a la estación de metro de Cumana, con una bolsa en una mano y su medio de subsistencia en la otra.
Dos tiros, uno en la
pierna y otro en el
tórax, lo alcanzan mientras intenta refugiarse en la estación.
Fallece poco después, casi en el acto, ante la impotencia de su mujer, igualmente de origen rumano. También yace herido un joven italiano menor de edad, que es alcanzado en la espalda pero corre mejor suerte que el músico. Es atendido por los
servicios de emergencia, media hora más tarde.
Tres
cámaras de seguridad instaladas en el lugar de los hechos grabaron los acontecimientos. Las imágenes que ahora se difunden en diversos medios italianos están a disposición de la Dirección Antimafia de Distrito, que investiga el caso.
La viuda de Birlandeanedu, que ha regresado a Rumanía junto a sus dos hijos
ha denunciado el trato recibido por los servicios de urgencia. "Si fuéramos italianos nos hubieran atendido bien", dice asegurando que sólo se prestó atención al menor italiano herido.
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