Tras la derrota de los Cavaliers ante los Magic, en la final de la Conferencia Este, las alarmas saltaron en Orlando. LeBron James, su gran estrella, uno de los mejores jugadores del momento, montó en cólera, rehusó felicitar a sus rivales y ni siquiera acudió a la sala de prensa. 

Desde ese instante, los rumores de la posible marcha del alero han inquietado a la afición. Por ello, el dueño de los Cavaliers de Cleveland, Dan Gilbert, ha atajado estas inquietudes confirmando que su gran objetivo es lograr que James se quede.

LeBron, a causa de este desplante, fue multado con 25.000 dólares por sus acciones "antideportivas", como las definió el comisionado de la NBA, David Stern.

Optimista

Pero Gilber es optimista: "Vamos a ganar un campeonato para Cleveland, y estamos trabajando muy duro para que eso suceda".

Los entendidos, no obstante, apuntan a que el deseo de James, que se encuentra en su casa recuperándose de una operación quirúrgica a la que fue sometido el pasado martes para quitarle un pequeño tumor benigno cerca de su mandíbula, es no aceptar la oferta de renovación, quedar libre y firmar con los New York Knicks.