El Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo condenó hoy al Reino Unido por detener a nueve personas en virtud de leyes especiales dictadas tras los atentados del 11-S, entre ellos el clérigo radical Abu Qatada, considerado "embajador espiritual" del líder de Al Qaeda, Osama Bin Laden.
Seis argelinos, un tunecino, el jordano Qatada y un apátrida nacido en los territorios palestinos ocupados deberán ser indemnizados con sumas entre 1.700 y 3.900 euros, además de una compensación conjunta de 60.000 euros por gastos del juicio.
La Gran Sala de la corte europea retuvo contra Londres los cargos de violación de la libertad y la seguridad, pero no los de tortura y trato inhumano y degradante, indicó el tribunal en un comunicado.
Además, no dictó ninguna indemnización para un francés y un marroquí que también habían denunciado su detención y que terminaron abandonando voluntariamente el país.
Un clérigo conocido
El clérigo Qatada, el más conocido de los denunciantes, recibirá una indemnización de 2.800 euros.
El año pasado, el Tribunal de Apelación de Londres resolvió que la deportación de Qatada podía violar sus derechos humanos porque las pruebas contra él en Jordania pudieron haber sido extraídas bajo la tortura y no tendría un juicio justo.
Abu Qatada llegó a ser calificado por el juez español Baltasar Garzón como el "embajador" de Bin Laden en Europa durante una investigación sobre las conexiones españolas con los atentados del 11 de septiembre de 2001 perpetrados en EEUU.
Indemnizaciones menores
Los jueces de Estrasburgo señalaron que las indemnizaciones anunciadas hoy son "sensiblemente inferiores" a otros casos de detención ilegal y lo justificaron porque los arrestos fueron concebidos para detener un peligro público y ante la necesidad de proteger a la población contra el terrorismo.
Considerados "terroristas internacionales", los once denunciantes fueron detenidos junto a otras cinco personas que no acudieron al Tribunal de Estrasburgo, entre el 19 de diciembre de 2001 y octubre de 2003, en virtud de una ley antiterrorista adoptada el 4 de diciembre de 2001. Londres decidió no expulsarlos a sus países de origen ante el riesgo de que allí pudieran sufrir torturas.
Los jueces de Estrasburgo dictaminaron, sin embargo, que el Reino Unido no mostró una voluntad real de negociar unas condiciones de expulsión de los detenidos, lo que pone en duda el carácter "momentáneo" de su arresto.
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