Todo tiene un precio, incluso la universidad. Y algunos son capaces de pagar lo que sea para ahorrar tiempo y esfuerzo.

Hace más de un año que el Observatorio de Internet detectó más de 50 páginas webs dedicadas a la venta de títulos falsos.

Con frases como “¿Cansado de estudiar?” o “¿Quieres ser un licenciado en 24 horas?” trataban de captar a alumnos desesperados o trabajadores en paro.

Profesiones de riesgo

Sin embargo el negocio no sólo continua, sino que va en aumento. La policía acaba de desmantelar una red que operaba en dos academias de Alicante y Málaga bajo una falsa universidad virtual.

Emitían y enviaban títulos falsos desde Perú y los vendían a cambio de 18.000 euros. Asusta pensar que algunos de los compradores ejercían desde entonces como médicos, enfermeros o fisioterapias en clínicas privadas.

No son los únicos. Arquitectos, abogados, historiadores, psicólogos, ingenieros... e incluso químicos farmacéuticos. La oferta es infinita y está hecha a la carta.

El proceso

Tan sólo hay que localizar una de esas webs -muchas aparecen en anuncios clasificados o se publicitan mediante spams (correos electrónicos no deseados)- y personalizar al gusto del cliente.

Tienes la opción de diplomarte, licenciarte, sacarte un máster o doctorado o mejorar tu expediente académico a través de la universidad que desees y con la nota que quieras.

La mayoría están en inglés y provienen de Latinoamérica y Europa del Este, pero cada vez es más común encontrarse con falsificaciones propiamente españolas. Es el caso de la Universidad de Santiago, la Complutense de Madrid, la Autónoma de Barcelona.

El creciente perfeccionamiento de las técnicas que utilizan dificulta su detección. Hay burdas imitaciones, pero también cuidadas falsificaciones con el sello identificativo del centro de estudios.

A veces es tan fácil como rellenar una plantilla con el nombre, la universidad, la titulación y la fecha y esperar 24 horas a que el diploma llegue a casa.

Responsabilidades

Algunos de sus creadores se eximen de responsabilidades aludiendo en su web u obligando a aceptar unas cláusulas en las que se manifiestan desacordes con su uso fraudulento. Sin embargo, la responsabilidad recae tanto en el que lo compra como en el que lo fabrica. De hecho, este delito tiene pena de cárcel.