Jóvenes entre morteros

Jóvenes soldados de la compañía ABLE juegan a la PlayStation. (Hernán Zin).
Jóvenes soldados de la compañía ABLE juegan a la PlayStation. (Hernán Zin).
HERNÁN ZIN
Jóvenes soldados de la compañía ABLE juegan a la PlayStation. (Hernán Zin).

No importa que hayan pasado buena parte del día luchando contra los talibanes, cuando vuelven a la barraca, los jóvenes que integran el tercer pelotón de la compañía ABLE cogen los mandos y se ponen a disputar interminables partidas en la PlayStation.

Esto crea una curiosa cacofonía: fuera, el rugido de los morteros, de la auténtica batalla, que estremece el techo y las paredes de la barraca, que sacude la noche; dentro, el sonido de la guerra virtual, del juego Call of Duty. Cuatro de ellos tienen 18 años. El resto: 19, 20 y 21. Un promedio de edad sumamente bajo, que se hace evidente en el desorden que impera en la barraca, donde se confunden los iPod, los ejemplares de Harry Potter y las fotos de chicas en bañador con los cargadores de balas, los cuchillos y las granadas. Todo esto imbuido en un insoslayable olor a hormonas, a calcetines sudados, a adolescencia.

Diferentes motivaciones

Adolescencia que se descubre en las típicas gracias que tienen lugar a todas horas, inclusive durante las misiones en los blindados a través de los intercomunicadores: "Joder, ¡qué olor!", exclama Cox tapándose la nariz. "¿Has sido tú, Hernández?". Y todos ríen, hasta el teniente Ward, que a los 26 años dirige las operaciones contra una insurgencia integrista que cada día parece más fuerte y que en los últimos dos meses les ha causado más bajas a los estadounidenses en Afganistán que en Irak.

El más joven de todos es Steven, que acaba de cumplir los 18. Afirma que entró al Ejército con el fin de conseguir una beca para poder ir a la universidad. El programa al que se ha acogido, llamado Montgomery GI Bill, fue creado tras la segunda guerra mundial, con el que se le resta una parte del salario que luego se le devuelve para pagar los estudios.

En mi casa creemos en lo que está haciendo George Bush

Otro de los más pequeños es Mosser, que sí se enroló en las Fuerzas Armadas con el deseo de luchar. "Mi padre es constructor; mi madre, peluquera. En mi casa creemos en lo que está haciendo George Bush, en su guerra contra los terroristas del 11-S. Por eso vine aquí, para servir a mi país".

El caso de López es más complejo. Oriundo de Puerto Rico, viene de una familia desestructurada, en la que su madre ha sido el único pilar. "Yo estaba en el tema de las drogas y las bandas latinas", dice el joven de 22 años. "Pero hace poco me casé, tuve una hija, y vi en el Ejército la posibilidad de comenzar una nueva vida. No quiero que mi niña viva en el barrio en el que me crié". Si hay algo que parece común en todos es la poca información que tienen sobre la situación política en Afganistán. La mayoría afirma que se limita a cumplir órdenes. El cabo Trent, de 20 años, admite que no sabe cómo se llama la capital del país.

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