Que fumar perjudica a la salud no alberga ninguna duda. Está más que demostrado. Aceptando este criterio, la Ley Antitabaco prohibe fumar en los centros de trabajo. ¿En todos? No. Quedan los bares y restaurantes, especialmente los de menos de cien metros cuadrados. Y son los camareros y los empleados que trabajan en estos locales los que reciben las consecuencias.
Aquéllos que trabajan en lugares libres de humo tienen unos niveles de nicotina inferiores «entre un 60% y un 70% inferiores» a los de sus compañeros que respiran en zonas sin humo, según datos facilitados a 20 minutos por Esteve Fernández, de la Dirección de Prevención del Institut Català d'Oncologia (ICO), que ultima un informe en el que se ha analizado esta situación en varias comunidades autónomas, entre ellas Catalunya.
Miradas desde otra perspectiva, esas mismas cifras señalan que los empleados de bares donde se fuma tienen un nivel de nicotina que duplica o triplica el de los trabajadores de ambientes sanos. El estudio analiza la presencia de cotinina en la saliva, una sustancia usada para medir la exposición al humo activo y, sobre todo, al pasivo.
«Es una discriminación para un millón de trabajadores en España», se lamenta Fernández. El experto subraya que las medidas destinadas a crear espacios libres de humo son efectivas. Así se asevera en un trabajo con participación del ICO, que deja bien claro que estas medidas «reducen muy sustancialmente la exposición ambiental al humo, el consumo entre jóvenes y el riesgo de infartos de miocardio».
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