Mil vizcaínos se borran de la Iglesia en 2008

  • La Asamblea de Mujeres lidera esta práctica en repulsa por el machismo, la postura ante el aborto...
  • Va a más: en el año 2004 sólo hubo 34 casos
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Los corderos se descarrían. Mil vizcaínos han solicitado en lo que va de año darse de baja en la Iglesia Católica. Están descontentos con la institución religiosa, y han ejercido su derecho a que les borren de sus archivos. Es decir, que les quiten del registro bautismal. La Asamblea de Mujeres de Bizkaia ha tramitado estas solicitudes, que pertenecen a hombres y mujeres a partes iguales.

La iniciativa no es nueva, pero cada vez va a más. En 2004, el Obispado de Bilbao registró 34 peticiones de baja. En 2006, subió a 103 y este año ya van 1.000. En 2006, fue la asociación gay Hegoak quien tramitó estas solicitudes. Ahora, las feministas les relevan.

«Las mujeres en general y las feministas en particular tenemos aún más razones para darnos de baja», señala Tere Maldonado, integrante de la Asamblea de Mujeres. Se refiere a la postura del clero ante el aborto, la libertad sexual o a la malvada Eva en el pecado original.

El colectivo feminista ha hecho dos campañas este año. La primera cerró hace mes y medio, pero siguió recibiendo solicitudes, así que emprendió otra. La Asamblea ha elaborado un

formulario que el solicitante debe rellenar y presentar junto a una fotocopia del DNI. Después, se envía al Obispado.

Maldonado teme que la Iglesia
no haya borrado los datos de quienes se dieron de baja. «No vale con una nota al margen de nuestro registro bautismal; queremos desaparecer del archivo», dice.

Por eso, cada petición de baja va aparejada con una solicitud a la Agencia de Protección de Datos para que vele porque el registro se borre.
No quieren que la Iglesia les cuente entre sus fieles y les esgrima como argumento para pedir cosas al Gobierno.

"¿Sabe qué hay tras la vida?"

Una cosa es darse de baja (borrarse de los archivos), y otra apostatar. La segunda es más compleja y va recogida en el derecho canónico, según explica Tere Maldonado. La apostasía exige una entrevista con un clérigo que debe cerciorarse de que el apóstata no acude bajo coacción y de que conoce las consecuencias de su decisión.

Maldonado conoce apóstatas que fueron interrogadas sobre si «conocían las consecuencias de apostatar en la vida ultraterrenal». «Imagina lo que piensa una atea como yo sobre esto», ironiza. Ella, junto a más personas que se han dado de baja, quieren apostatar próximamente.

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