Rufino, el padre de una concursante de "La Casa de tu vida", de cuyo nombre casi nadie se acuerda; Belén Esteban, ex pareja de Jesulín, las amantes de Humberto Janeiro; la tía del ex marido funambulista de Estefanía de mónaco, de nombre Paquita; La madre vidente de Sylvester Stallone...

Todos ellos tienen algo en común, han sido tocados con la varita mágica de la fama infusa, esa que conoce muy bien Isabel Preysler, quien le espetó a Julio Iglesias cuando se separaron que pensaba conseguir más portadas que él. Cumplió su amenaza.

La última que ha saltado al ruedo de la fama delegada es Alli Sims, la prima de Britney Spears, que al menos hace algo, es cantante de jazz, un estilo musical bastante complejo y especializado con el que no se suele ganar tanto dinero como con el pop. Tal vez por ello, Alli ha vendido su imagen al diablo, en este caso a los hermanos Maloof, propietarios del Palms Hotel de las Vegas donde grabará un reality show rodeada de sus amigas.

Ser pariente de Britney también tiene alguna que otra pega. Para muestra su hermana,que a los 16 años, embarazada, se ha convertido en manoseado ejemplo de debate sobre las ventajas e inconvenientes de las maternidades tempranas.

El abuelo de una ex amigas de Britney, Paris Hilton decidió recientemente desheredar a sus famosas nietecillas y al resto de la parentela.El 97 por ciento de su fortuna, valorada en 2.300 millones de dólares irá a parar a obras de caridad. Sus aspiraciones filantrópicas han podido influir en la decisión, pero probablemente no tanto como ver su apellido arrastrado por el fango un día sí y otro también. La esencia de los donantes de la fama infusa es permanente, pero no siempre su paciencia.

Dinio, Julio Nilo Manrique, Darek, Marina Castaño, Blanca Romero, Marc Ostarcevic, Carlo Constanza di Costiglioli, Guillermo Furiase, Carlos Orellana, Michel Guevara y Alessandro Lecquio son otros personajes que no habrían llegado a ningún lado sin hadas y hados madrinos como Marujita Díaz, Mar Flores, Camilo José Cela o Isabel Gemio. La lista es infinita y puede abarcar varias generaciones. No hay más que mirar a las niñas Preysler.