Su sombrero, su perro Hippie y su mochila – la guitarra se la robaron– son sus auténticos compañeros. Tampoco tiene mucho más. Pelegrino vive en la calle desde hace casi 25 años. Ahora relata su vida en el libro Pelegrino, el arte de vivir y sobrevivir en la calle (editorial Manakel), escrito por Carlos Martínez (Burgos, 1954).

Más que un libro, con su vida se podrá escribir una enciclopedia.

Seguro, pero hay cosas que no se pueden contar. Tengo secretos que me llevaré conmigo a la tumba.

¿Y se alojará en un chalé?

Ni chalés ni hoteles. Con este libro no me voy a hacer rico. Y, además, yo he elegido mi vida y soy feliz. La calle es mi hotel de mil estrellas.

¿Pero hará algún dinerillo?

Me han dicho que no me haga ilusiones. Y tampoco quiero dinero, porque me quema en el bolsillo. Hace unos años me gasté, o mejor dicho, ‘quemé’, un millón y medio de pesetas en quince días. Me lo dio un señor en monedas. Y no me quedó ni para tabaco.

¿Y por qué pide en la calle?

Todos pedimos, hasta el Rey y los ministros. Pero cada uno tenemos nuestra manera de hacerlo. Yo lo hago honradamente con mi guitarra, aunque ahora no tengo porque me la han robado, y tengo respeto. Además, no engaño. Pido para comprar un paquete de tabaco, para poder tomar un vino. Lo demás lo tengo todo. Tenemos comedores, albergues...

Aunque está castigado.

El día de Nochevieja me echaron del albergue de Mazarredo porque metí una botella de whisky.

¿Qué cambiaría de su vida?

De la de ahora, nada. Sí que tengo un deseo: subir en globo haciendo el amor, y no me importaría que explote ahí arriba.