Minifaldas, tacones, maquillaje... Polémicas sexistas en torno a la vestimenta de las trabajadoras

Claudia Fernández, trabajando de azafata en el circuito de Jerez durante un GP de España de Motociclismo.
Claudia Fernández, trabajando de azafata en el circuito de Jerez durante un GP de España de Motociclismo.
AGENCIAS
Claudia Fernández, trabajando de azafata en el circuito de Jerez durante un GP de España de Motociclismo.

La controvertida medida del Ayuntamiento de Gijón de recomendar a las socorristas que usen pantalones para evitar comentarios machistas se suma a una larga lista de polémicas en torno al uniforme de las mujeres en el espacio laboral.

Minifaldas, tacones, maquillaje… son varios los elementos de determinados uniformes femeninos que han generado controversia a raíz de las denuncias de colectivos o de las propias afectadas.

Hace tan solo una semana, partidos políticos y asociaciones mostraron su indignación por el uniforme de las camareras de Hooters, una cadena de restaurantes estadounidense que planeaba abrir en España.

Las trabajadoras van ataviadas con un uniforme naranja y blanco muy ajustado, con camisetas escotadas y pantalones cortos. Además, solo las mujeres pueden servir la comida y la bebida.

Tras la denuncia de diversos colectivos de lo que consideran una campaña sexista, la empresa de fast-food anunció que no abriría su local en el centro comercial Vilamarina de Viladecans, en Barcelona. Sin embargo, la compañía achaca al cierre a problemas de espacio y no a la críticas sobre su plantilla.

El mundo del deporte también es foco en ocasiones de polémicas sexistas. En mayo de este año, una azafata empleada por Schweppes durante el torneo de tenis Conde de Godó denunció que ella y sus siete compañeras tuvieron que trabajar con minifalda y manga corta a pesar del frío que hizo durante los días de la competición.

"Durante la ola de frío teníamos que pasearnos con vestido corto", afirmó Raquel Muñoz, la denunciante, que afirmó que tampoco las dejaban llevar chaqueta para no ocultar la marca del vestido.

Días después y ante el revuelo causado por la denuncia publicada en los medios de comunicación, los responsables del torneo Conde de Godó de Barcelona pidieron públicamente disculpas, aunque relegaron la responsabilidad a la agencia de azafatas contratada.

Ese mismo mes, se conoció el despido de seis trabajadoras de una gasolinera de Córdoba -Aservi- por negarse a llevar minifalda, según denunciaron las afectadas.

La empresa cambió el uniforme habitual de pantalón y botas aislantes por una minifalda con leggins y unas zapatillas. En respuesta a la denuncia, la compañía aseguró que los despidos fueron por otros motivos y que, casualmente, coincidió con el cambio de ropa.

A raíz de las denuncias de determinadas mujeres, se han conseguido frenar algunos casos de sexismo laboral. Es el caso de una guía de Patrimonio Nacional que se rebeló contra la obligatoriedad de llevar tacones, pues el Tribunal Superior de Justicia de Madrid anuló la sentencia impuesta a la trabajadora al determinar que se trataba de una condición discriminatoria.

Hace dos años, la justicia también respaldó a una dependienta que se negó ir maquillada al trabajo. El mismo tribunal consideró que la compañía estaba vulnerando el derecho fundamental a la propia imagen.

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