En la sentencia, a la que ha tenido acceso Europa Press, se da por probado que los agentes "no se excedieron" en sus atribuciones para solucionar el problema con este hombre, identificado como V.M., un ciudadano rumano residente en la localidad.
Los hechos ocurrieron a partir de las 23.45 horas del 16 de febrero de 2014, cuando los guardias, en un descanso durante su turno, entraron a un bar y vieron como la camarera se encontraba "nerviosa y molesta" con la actuación del denunciante, con el que había tenido una relación sentimental durante cinco años.
Los agentes, según se indica, conminaron al hombre a abandonar el local y le sacaron del mismo cogiéndole de la "cabeza y la nuca".
En la calle, le pidieron que se identificara y trataron de confirmar su filiación a través de la radio del coche oficial.
A continuación, se dirigió al cuartel de la Guardia Civil presentar una denuncia, diciendo después que había sido encerrado en un cuarto, sin posibilidad de salir, cosa que se ha demostrado que no fue así, porque las puertas se ha comprobado que no tenían mecanismo de cierre.
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