La revista "Turia" analiza la presencia de Teruel en la narrativa de Vicente Blasco Ibáñez

  • El nuevo número de la revista cultural "Turia", que se distribuirá a finales de marzo, brinda a los lectores un artículo sobre la presencia de Teruel en la narrativa de Vicente Blasco Ibáñez, el escritor valenciano universal del que se celebra este año el 150 aniversario de su nacimiento.
El escritor Vicente Blasco Ibáñez
El escritor Vicente Blasco Ibáñez
CEDIDA
El escritor Vicente Blasco Ibáñez

Su autor, Francisco Lázaro Polo, recuerda los vínculos familiares de Blasco Ibáñez con Aragón y con Teruel (su padre era originario de Aguilar de Alfambra y su madre de Calatayud) y cómo la presencia de personajes procedentes de tierras turolenses tiene un notable protagonismo en sus novelas de tema regional valenciano como "Arroz y tartana", "Cañas y barro" y en algunos de sus "Cuentos valencianos".

Se certificarían así literariamente los vínculos históricos entre las gentes de Teruel y las tierras valencianas, siempre vistas por los habitantes del sur de Aragón como lugar de promisión y de futuro.

Otros dos grandes nombres propios de la cultura aragonesa del siglo XX, Ramón J. Sender y José Ramón Arana, ocupan también las páginas de Turia.

En este caso, y a través de un artículo de Olga Pueyo Dolader, se indaga acerca del papel de la Iglesia en la guerra civil española

mediante el análisis de dos célebres novelas publicadas originalmente en el exilio: "Réquiem por un campesino español" (titulada inicialmente "Mosén Millán") de Sender y "El cura de Almuniaced" de José Ramón Arana.

Desde el posicionamiento "republicano y anticlerical" de ambos autores, se perfila la labor de la Iglesia en el Aragón rural a través de dos curas de aldea: mosén Millán y mosén Jacinto. Sus posicionamientos divergentes marcan su perfil humano ante el conflicto fraticida.

"CHURROS"

Francisco Lázaro Polo cuenta en "Turia", en un texto que titula "Los 'churros' en la narrativa de Vicente Blasco Ibáñez", que hasta los años 70 del siglo pasado el nombre de "churro" era utilizado por muchos valencianos para designar a los turolenses y a los habitantes de zonas valencianas que lindan con la provincia de Teruel. Uno de esos muchos "churros" que llegó a Valencia fue Gabriel Blasco Teruel.

Procedía de Aguilar de Alfambra y como tantos otros ""concebía Valencia como una ciudad próspera, tierra de promisión y de oportunidades, donde los pobres con trabajo y esfuerzo podían hacer fortuna y llegar a buen puerto".

"No pasó mucho tiempo hasta que Gaspar contrajo matrimonio con una bilbilitana, Ramona Ibáñez Martínez. El 29 de enero de 1867 les nace un niño que, con el paso de los años, se convertirá en un valenciano universal, por su condición de novelista, conocido y leído en los más insospechados lugares de la tierra, sobre todo en los Estados Unidos de América, país al que visitó, invitado como conferenciante, por el enorme éxito que, en 1916, había obtenido su novela "Los cuatro jinetes del Apocalipsis, según la revista inglesa "The Illustrated London News", el libro más leído en aquel país después de la "Biblia".

Además Blasco Ibáñez triunfó como guionista de cine en Hollywood. Un oficio con el que ganó dinero y reforzó su celebridad en la época. Incluso varias de sus novelas fueron vertidas al cine y protagonizadas por actores como Rodolfo Valentino, Charles Boyer o Greta Garbo.

Tal y como indica Francisco Lázaro Polo en su artículo de "Turia", será en las novelas y cuentos de tema regional de Blasco Ibáñez ("La barraca", "Arroz y tartana") donde el lector encontrará "a varios 'churros', personajes llegados de las montañas de Valencia o de los altiplanos turolenses que deambulan por la ciudad o por la huerta buscando su destino".

Vicente Blasco Ibáñez, aunque valenciano, nunca olvidó sus raíces "churras", aragonesas y "bien sabía el novelista, porque lo había vivido en su propia familia, que las duras condiciones de las tierras aragonesas del sur arrojan a sus habitantes hacia las fértiles tierras valencianas, del mismo modo que el río Turia arroja en el mar su agua arcillosa y fría, que, debido a la lluvia caída en las montañas de Teruel, tiñe todo el golfo", han informado desde la revista "Turia".

LA IGLESIA EN EL ARAGÓN RURAL DE LA II REPÚBLICA Y LA GUERRA CIVIL

En su artículo titulado "Mosén Jacinto y mosén Millán: dos curas de aldea en la guerra civil", Olga Serrano Dolader estudia el cometido de la iglesia en el Aragón rural en la década de los años 30 del pasado siglo a través de dos obras literarias fundamentales publicadas en el exilio español en México: "Requiem por un campesino español", de Ramón J. Sender (editada en 1953 con el título de "Mosén Millán") y "El cura de Almuniaced" (publicada en 1950). Y para conseguirlo toma como punto de referencia la figura de los dos curas de aldea que las protagonizan: mosén Millán y mosén Jacinto.

Como se señala en el texto que publica "Turia", "ambos curas han conocido en su juventud la España de finales del siglo XIX, los primeros decenios del siglo XX, han visto nacer la República y, finalmente, han sido sacudidos por la guerra. Un mismo contexto que, deparará posicionamientos divergentes, acordes con el origen, la formación y la inquietud espiritual y social de los personajes".

Así, en "El cura de Almuniaced" se contempla como "la implantación de la República es recibida por mosén Jacinto como un "aviso de la Providencia" a la gente de orden. Considera a los suyos gente petrificada, repleta de hipocresía, vacía de toda espiritualidad. Sin referentes de clase contemplará con asombro el reverdecer de la España popular. Reparto de tierras, créditos, sindicato, escuela, son palabras que cobran fuerza entre los campesinos y le sumen en un mar de dudas".

Por el contrario, "Sender nos describe un cura que se inhibe ante la injusticia económica y social en la que viven sus feligreses, y en el que destaca una espiritualidad protocolaria ceñida a la liturgia. En el contexto de la guerra, su postura al señalar el escondite de Paco, sin ser una delación premeditada, revela su alineamiento con las fuerzas golpistas. Dispuesto a aceptar un juicio condenatorio para Paco, su incapacidad para entender la represión es consecuencia del deficitario análisis con que hace frente a los acontecimientos y que acabará por confeccionar un retrato del papel que jugó la Iglesia en esos momentos", recoge la revista.

A diferencia del personaje de mosén Millán de Sender, "en la figura de mosén Jacinto alienta un fondo religioso que anhela justicia para los hombres y aviva una espiritualidad aguijoneada por la duda. Rico en planteamientos humanos, centra su servicio en el mensaje evangélico del amor y toma como único referente la figura de Cristo. La guerra llevará a mosén Jacinto a rehusar pasiones banderizas y a afianzar su compromiso con el hombre. Dispuesto a enfrentarse con quienes pretendan atentar contra la vida de sus parroquianos, finalmente resultará él la única víctima del fanatismo. Con El cura de Almuniaced, alude Arana al doble carácter, clerical y anticlerical, del problema religioso en España, verdadero fondo al que ya había hecho referencia Machado años atrás. En carta a Unamuno, otro de los referentes de Arana, señalaba Machado el punto concreto donde combatir a ese clero que encallaba a España".

No sorprende que, como recuerda Olga Pueyo Dolader, "aunque las dos novelas dibujan nítidamente el rol de la Iglesia en el conflicto, el derrotero editorial de ambas obras en España siguió diversa suerte". Y es que "El celo que mostró la censura con la obra de Arana, cuya edición fue denegada, no guarda correspondencia con el relajamiento de las barreras censorias ante el Réquiem de Sender", han apuntado.

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