Brigitte, voluntaria en la ONCE: "Los que colaboramos hacemos que la adaptación sea completa"

Brigitte Martínez, voluntaria del programa de acompañamiento a invidentes de la ONCE, con una de los afiliadas a los que ayuda.
Brigitte Martínez, voluntaria del programa de acompañamiento a invidentes de la ONCE, con una de los afiliadas a los que ayuda.
JORGE PARÍS
Brigitte Martínez, voluntaria del programa de acompañamiento a invidentes de la ONCE, con una de los afiliadas a los que ayuda.

El lema Tú puedes ser sus ojos que la ONCE lanzó hace 14 años supuso el impulso que Brigitte Martínez necesitaba para hacerse voluntaria y desde entonces es una de las 2.100 personas que colaboran con la organización en el programa de acompañamiento a invidentes. "Hasta ese momento me había sido complicado hacer algo de voluntariado porque mis dos hijas eran pequeñas", recuerda.

Esta madrileña de 52 años compagina esa faceta con su trabajo como monitora de una ruta escolar de chavales con discapacidades físicas y psíquicas: "Cuando les dejo en el colegio me traslado a donde la ONCE me dice. Sobre las dos de la tarde estoy de vuelta en casa y a las tres y cuarto me voy otra vez a llevar a los niños del colegio a casa". Ese es su planning normalmente dos veces por semana pero reconoce entre risas que le cuesta decir que no y hay ocasiones en las que realiza algún acompañamiento más. 

Algunas de esas salidas son puntuales pero otras se convierten en rutina y se genera una relación de amistad entre voluntario y afiliado. Esta mujer ha estado por ejemplo ocho años acompañando todos los martes por la tarde a un hombre desde la localidad de Alcorcón a la sede de la ONCE, en la madrileña calle Prim, a donde va a clases de guitarra. "Los viernes voy a clases de baile, también a Prim, con un amigo ciego, porque a su mujer no le gusta bailar y a mi marido tampoco mucho. Eso ya no lo hago como voluntaria", agrega, en referencia a la integración que se genera. "Lo mejor del voluntariado son los amigos que he ganado", destaca.

Brigitte lleva a las personas ciegas al médico o les lee las facturas pero también va con ellas a clases de zumba, a visitar museos o a pasar el día en el monte. "Un sábado al mes hacemos senderismo o montaña. Si es montaña vamos con una barra direccional. El guía se pone delante, la persona que no ve nada en medio y una tercera con baja visión al final. Cuando es senderismo es más sencillo, se agarran de tu brazo. Solemos ser un grupo de unos cuarenta y vamos seis o siete voluntarios", explica. "Tienen mucho valor, ganas de hacer de todo, y esta es una forma de que la discapacidad no suponga una barrera para ellos. Los voluntarios hacemos que su adaptación sea completa", manifiesta.

"Vuelves a casa con la satisfacción de haber hecho algo positivo ese día. Y con unas lecciones de superación que te dejan con la boca abierta. Te cambia la perspectiva. Todos los días cuando los ves, y me pasa igual en mi trabajo, piensas que tú te quejas sin motivo. Todos tenemos problemas y tienes que pensar en los tuyos pero dándole a cada cosa la importancia que tiene", continúa.  

La trayectoria de Brigitte en este programa de acompañamiento le valió ser distinguida con el Premio Voluntario del Año, galardón que la ONCE instauró el año pasado.

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