Las texturas, los colores y las formas son elementos suficientes para transmitir frío o calor. Los tejidos nos permiten cambiar la sensación térmica de una estancia sin subir la calefacción. Además, se pueden llevar a la tintorería para su puesta a punto.
La seda, el terciopelo o el jacquard crean ambientes de estilo clásico, mientras que el lino, el algodón y el yute ayudan a crear entornos más actuales. La mezcla de tejidos y estampados da lugar a ambientaciones ricas.
Un mundo de color
Las gamas oscuras como base de la decoración pueden parecer densas y comen espacio y energía. Por ello, hay que combinarlas con colores y materiales que las aviven. Por ejemplo, si se elige un sofá marrón oscuro, los remates o complementos como cojines o mantas pueden ser naranjas, ocres o rojos. De este modo, siguen siendo cálidos y dan un toque de alegría a toda la habitación donde estén.
El suelo también dice mucho de la calidez del ambiente. El parqué y la tarima son siempre un acierto, porque proporcionan sensación de hogar. Cada vez hay más materiales que imitan la madera, son económicos y permiten un mantenimiento sin necesidad de excesivo mimo.
Para que no se queden los pies fríos y la casa esté siempre vestida, las alfombras son el toque mágico. Aíslan del frío y del ruido y se pueden distribuir de muchas formas: por toda la casa a modo de moqueta, sólo en alguna habitación, modulares (con apariencia de moqueta pero de caucho y con una sencilla instalación) o las de quita y pon de toda la vida. Estas últimas pueden ser de lana, fibras vegetales, fibras artificiales e incluso de tatami. Un mundo de variedad donde lo difícil es escoger.
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