El genocidio de Ruanda según el 'pintor de guerra' John Keane

  • El artista inglés ha desarrollado un cuerpo de trabajo de devastador contenido sobre las razones que llevan a los seres humanos a asesinarse entre sí.
  • 'Si me conocieras, si te conociera, no me matarías', su última serie, está basada en el bárbaro genocidio racial de Ruanda, con un millón de muertos en cinco meses.
  • El artista recorrió el país en 2015, peregrinando a los lugares de recuperación de la memoria histórica. Los cuadros muestran la catarsis de la experiencia.
  • En algunos óleos emplasta contra el lienzo prendas de ropa reales y 'vacías' para ampliar la sensación de ausencia que dejaron las víctimas.
Prendas de ropa tratadas con pintura al óleo en una obra de John Keane sobre el Genocidio de Ruanda
Prendas de ropa tratadas con pintura al óleo en una obra de John Keane sobre el Genocidio de Ruanda
© John Keane, Courtesy of Flowers Gallery London and New York
Prendas de ropa tratadas con pintura al óleo en una obra de John Keane sobre el Genocidio de Ruanda

La vida del artista John Keane (Hertfordshire-Inglaterra, 1954) empezó a discurrir por una ruta imprevista cuando, en 1990, recibió una llamada repentina del Imperial War Museum (Museo Imperial de la Guerra) de Londres, un complejo de cinco pinacotecas públicas repartidas por el territorio del Reino Unido y dedicadas, desde 1917, a recoger el punto de vista británico de los conflictos armados desde una mirada entre creativa y propagandística. Le invitaron entonces a ser el cronista artístico oficial de la primera Guerra del Golfo.

Desde aquella experiencia, que narró en la serie Gulf, agria, de terrorífica abstracción figurativa y cierto humor negro —Mickey Mouse at the Front (Mickey Mouse en el frente) muestra una figura plástica del personaje de Disney en una playa kuwaití, junto a una palmera carbonizada y un absurdo carrito de supermercado—, Keane se ha enganchado, como sucede con los fotorreporteros bélicos, a los conflictos armados. "Me interesa (saber) por qué los seres humanos quieren matarse unos a otros con fines políticos", explica.

Ha mostrado, en cuadros que tienen una notable condición táctil —a veces inserta en los lienzos retales o piezas de ropa encontrados en los lugares arrasados que recorre—, conflictos militares, políticos y sociales desarrollados en Gran Bretaña (Irlanda del Norte), Centroamérica y Oriente Medio, a veces trabajando con desprendida actitud con organizaciones como Greenpeace y Christian Aid.

La obra de Keane, que puede ser leída como una línea de tiempo sobre tragedias, matanzas y crisis bélicas recientes, llega hasta hoy: algunas de sus series más recientes están basadas en el secuestro y carnicería de los asistentes a una sesión del teatro Dubrovka de Moscú, la prisión militar ilegal de Guantánamo o los rehenes decapitados por el Estado Islámico.

Matanza indiscriminada

En 2015 recorrió Ruanda, peregrinando por todos los emplazamientos y santuarios dedicados a recordar uno de los genocidios más atroces del siglo XX: la matanza indiscriminada y por motivos raciales, en cinco meses de 1994, de un millón de personas de la minoría tutsi a manos de hordas de la mayoría hutu.

En uno de los centros de oración aconfesionales sobre la masacre, el pintor encontró una pancarta y supo que ya tenía la idea central y el título para su más reciente serie: If you Knew Me. If you Knew Yourself. You Would Not Kill Me (Si me conocieras, si te conociera, no me matarías).

Patean las entrañas

Los nuevos cuadros de Keane, que se exponen en la Galería Flowers de Londres hasta el 14 de enero, no admiten una visión cómoda. Los óleos temáticos sobre los ecos tenebrosos del genocidio, pintados por el artista durante una residencia de un año de la Facultad de Relaciones Internacionales de la Universidad de Saint Andrews,  remueven la conciencia y patean las entrañas.

Son una disección de un cuerpo aún doliente pese al intento, mediante un tribunal internacional que llegó demasiado tarde y los esfuerzos civiles para sacar conclusiones de futuro, de apaciguar y, dado que el olvido es imposible —hubo más de tres millones de desplazados y cientos de miles de huérfanos—, intentar perdonar.

La camiseta de un niño

La colección muestra, sobre amplias superficies negativas de tonos obscuros o neutros, el brillo revelador de un vestido tribal de mujer, el pantalón vaquero y la camisa a cuadros de un hombre o la pequeña camiseta a rayas azules de un críoprendas vacías y descorporizadas, como si la carne se hubiese licuado con las sombras—.

Otras piezas son más descriptivas en su latente brutalidad: una pila de machetes de los usados como arma asesina y de mutilación por las masas de paramilitares hutus, los temibles Interahamwe ("los que atacan juntos"), craneos anónimos...

"Durante mi visita a Ruanda", dice Keane, "me impresionó profundamente la forma en que se ha tratado de aceptar los terribles acontecimientos de 1994. En parte lo intentan conseguir a través de la conmemoración y el recuerdo, que tienen muchas formas, pero no buscan esconder o esquivar la enormidad de lo sucedido. El legado de aquellos acontecimientos es fundamental para impulsar el imperativo de que tales cosas no vuelvan a suceder, ni en Ruanda ni en ningún otro país del mundo".

Una pequeña serie de pinturas incorpora tejidos reales, una práctica que el artista inglés usó por primera vez en 2006 en Children in Conflict (Niños en zonas de conflicto), dedicada a indagar la situación de la infancia en Angola.

Ropa aplastada por las pinceladas

En aquella ocasión, los retales o trozos de tela eran el fondo de los cuadros, un lienzo sobreimpuesto, pero ahora aparecen como prendas completas, bidimensionales y aplastadas una y otra vez por las pinceladas, creando pliegues superpuestos y dirigiendo la mirada hacia la ausencia de quienes alguna vez llevaron esas ropas en sus quehaceres cotidianos.

En pocos casos Keane se aparta de la línea del recuerdo postmortuorio. La excepción es Neighbour (Vecino), pintada sobre una instantánea arbitraria tomada desde la ventana de un autobús en marcha. Una casa rústica del rural ruandés aparece, movida, en primer plano. Está rodeada por la exuberante vegetación del país centroafricano pero sugiere un intranquilo estado de tensión.

En su página web, el pintor de guerra reproduce una citas que apuntala la esencia de su trabajo. Pertenece al escritor George Orwell: "Todos somos capaces de creer cosas que sabemos que son falsas, y entonces, cuando finalmente se nos muestran como erróneas, manipulamos los hechos de manera impúdica para demostrar que estábamos en lo correcto. La única verificación es que tarde o temprano las falsas creencia se topa con la realidad sólida y eso sucede generalmente en un campo de batalla".

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