Según informa el área de Turismo del Ayuntamiento capitalino, gran parte de estos inmuebles están diseñados por el arquitecto local Miguel Martín-Fernández de la Torre (1895-1980), el mayor representante de esta vanguardia arquitectónica en la ciudad.

Los recorridos de una hora de duración, desarrollados por el Ayuntamiento de la capital y diseñados por los periodistas Johannes Peter y Loret Rodríguez Schaefer, muestran 36 edificios racionalistas y convierten a Las Palmas de Gran Canaria en una de las pocas ciudades del mundo -junto a Tel Aviv, París y Durban-, que cuentan con rutas turísticas de arquitectura racionalista.

Por su parte, el racionalismo, una corriente arquitectónica que se desarrolla a partir de la I Guerra Mundial, tiene sus particularidades en el archipiélago. Su implantación coincide con el desarrollo de los puertos y con la aparición de una nueva burguesía que mira a Europa y apuesta por la modernidad.

En el caso concreto de la capital grancanaria, el ensanche se localiza entre el Puerto de la Luz y el casco antiguo y es allí, principalmente en la zona conocida como Ciudad Jardín, donde Miguel Martín Fernández de la Torre pone en marcha su propuesta urbanística de vanguardia, inspirada en los movimientos europeos.

CIUDAD JARDÍN, EJEMPLO DEL RACIONALISMO ESPAÑOL

Ciudad Jardín se convierte así en uno de los ejemplos más significativos del racionalismo español con edificios que van desde el J. J. Mulet hasta Colonia Alvarado, pasando por otras construcciones como Casas Alvarado, Casa Junco, Casas Naranjo 1 y 2...

Aquí, esta Ruta del Racionalismo por Ciudad Jardín incluye 16 edificios racionalistas y hace referencia a otros 6 que se encuentran en las proximidades y que también tienen un gran valor arquitectónico.

Mientras, el segundo de los recorridos, por los barrios históricos de Vegueta y Triana, muestra obras como La Casa Machín, el Hotel Parque o el Cine Cuyás, todos ellos reflejo de una sociedad grancanaria que apuesta por las vanguardias, una tendencia que se reafirma con el encargo del Cabildo Insular de Gran Canaria en 1932 a Miguel Martín Fernández de la Torre, obra clave dentro del racionalismo español.