Una niña de siete años de Pittsburgh (Pensilvania, EE UU) se preparó sola en lunes por la mañana para ir al colegio. Sus padres, una pareja joven de 25 y 26 años, no podían ayudarla.

La pequeña salió de casa para coger el autobús escolar dejando tendidos en el salón los cuerpos sin vida de sus papás. La Policía confirmaría después la muerte de ambos víctimas de una sobredosis de heroína.

A pesar de hacer el camino triste y silenciosa, la pequeña no dijo nada a nadie y pasó el día en la escuela Primaria, tal y como publicaron medios locales. Fue después, cuando volvía a casa, cuando decidió contárselo al conductor.

Según fuentes de la Policía, le dijo que algo no estaba bien y que sus papás no habían podido ayudarla por la mañana ya que estaban tendidos en el salón.

Fue en conductor de la ruta escolar, el que preocupado, por el relato, decidió alertar a los agentes de Policía sospechando que algo extraño ocurría en la vivienda.

Cuando los policías llegaron, descubrieron en el salón los cuerpos sin vida de Christopher Dilly y Jessica Lally. Al parecer, al lado de los cadáveres había una papelina de heroína. Horas antes había fallecido un vecino de la misma calle víctima de la misma adicción.

Cuando los agentes llegaron a la vivienda, no solo encontraron los cadáveres de los padres, sino que había además otros tres menores en la casa.

Los niños, de edades comprendidas entre los 9 meses y los 5 años, fueron trasladados a un hospital para evaluar su evolución.