Cuando Viena convirtió los grabados e impresiones a color en un arte popular y barato

  • El entusiamo de la Secesión, la versión centroeuropea del modernismo, hizo de la ciudad la mayor factoría mundial de obras gráficas para todos los públicos.
  • Una espléndida muestra exhibe 240 grabados a color de comienzos del siglo XX, cuando en Viena cundió la idea de que al arte debía entrar en la vida diaria.
  • Destaca la irrupción en el panorama creativo de mujeres, que fueron admitidas por primera vez sin restricciones en las escuelas y el mercado artísticos.
Grabado de Erwin Lang
Grabado de Erwin Lang
UAK Wien, Kunstsammlung und Archiv / Schenkung O. Oberhuber
Grabado de Erwin Lang

Durante los albores del siglo XX, el territorio del arte más rompedor era Viena, la capital austriaca, donde se gestó y desarrolló el movimiento llamado Sezessionstil, la versión centroeuropea del modernismo. Los artistas gráficos, pintores, escultores y arquitectos más rompedores deseaban crear diseños sobrios que combinasen el carácter de obras artísticas únicas como la utilidad de su función. Llegaron así las líneas claras, los motivos geométricos y las influencias de la minimalista estética japonesa...

En torno a la incandescencia de Gustav Klimt (1862-1918), la capital austriaca se pobló de artistas deslumbrantes, entre ellos pintores como Egon Schiele, Oskar  Kokoschka, Richard Gerstl y Anton Romako, que encandilaban a la poderosa alta burguesía del reino y tenían pobladas listas de espera para retratar a notables. Hubo también, sin embargo, un boom de disciplinas menos elitistas, como diversos tipos de artesanías y, en el terreno de las artes gráficas, del grabado.

De bajo precio

La exposición Kunst für alle. Der Farb­holz­schnitt  in Wiem um 1900 (Arte para todos. El grabado a color en Viena en 1900) se centra en la explosiva producción en la ciudad de novedosos grabados a color entre 1900 y 1910. Los 240 trabajos que se exhiben —museo Schrin de Fráncfort (Alemania) hasta el 3 de octubre— pertenecen a cuatro decenas de artistas. Dada la facilidad técnica de hacer múltiples copias de cada plancha, muchas de las piezas se convirtieron en carteles de bajo precio que eran la forma más popular y barata de acceso al arte.

La cronología de la muestra es importante porque el grabado había sido prácticamente abandonado por los artistas de Europa y el género, uno de los más antiguos, sufrió en un declive progresivo a partir del cénit de la Edad Media con artistas como Alberto Durero. Con la entrada del siglo XX, quizá porque la técnica responde a la inmediatez dinámica que acompaña a todo cambio de centuria, es redescubierto de forma repentina en todo el continente, especialmente mediante la xilografía a color, pero también el linograbado en linóleo.

'Tremenda libertad'

Pintores establecidos y notables dentro del secesionismo como Emil Orlik y, sobre todo, otros que han sido, según dicen los organizadores, "casi olvidados" —por ejemplo Gustav Marisch, Jutta Sika, Viktor Schufinsky y Marie Uchatius, todos estudiantes de la Escuela de Artes Wiener, muy popular entre los jóvenes artistas de talento— compartieron la renacida fascinación por las posibilidades técnicas y formales de la impresión tradicional, que ofreció una "tremenda libertad" a los creadores e "influyó considerablemente en la aparición del lenguaje pictórico moderno" de contornos marcados y representaciones planas que iba a imponerse en el siglo XX.

Gracias a los precios asequibles de las impresiones, incluso si se trataba de originales de copia única, el grabado de color abrió las puertas a los artistas del público amplio de clase media que no podía permitirse acceder al arte mayor y las disciplinas menores. Se trató de un movimiento reformista que incluso alentó un animado debate social acerca de la autenticidad y originalidad —¿por qué es más importante o valioso un óleo que una xilografía?— y llevó a los creadores a salir de la torre de marfil y enfrentarse a un público amplio y no clasista.

La influencia de Japón

La exposición se interesa por artistas como Carl Moser (1873-1939), estimulado por la influencia de los grabados japoneses que sorprendían a Europa en aquellos momentos; Carl Moll (1861-1945), autor de algunas de las vistas de Viena más famosas de la época; el también marcado por el Extremo Oriente Ludwig Heinrich Jungnickel (1881-1965), y Dita Moser (1883–1968), muy cercana al carácter ornamental de algunas obras de Klimt. El museo ha lanzado un atractivo e informativo microsite dedicado a la exposición en el que se pueden ver muchas obras.

Una de las características de los grabadores vieneses es que no establecieron discriminaciones de sexo. Son abundantes las obras de mujeres, que eran admitidas sin restricciones en las escuelas de arte, exposiciones y galerías.

"A pesar de que en las últimas décadas el modernismo vienés ha sido investigado con mayor intensidad que cualquier otro período del arte y la historia cultural de Austria, su contribución al arte del grabado en color en madera de color rara vez se ha expuesto", señala el comisario de la muestra, Tobias G. Natter. Este "punto ciego" puede explicarse por la "gran diversidad y aspectos multifacéticos" del movimiento y por la alargada sombra de la "trinidad suprema" de Klimt, Schiele y Kokoschka, "que hasta ahora han distorsionado nuestra visión" porque "ninguno de los tres estaba particularmente interesado en el grabado", añade.

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