Oposiciones: El empleo público despega

Aspirantes presentándose a un examen de oposiciones.
Aspirantes presentándose a un examen de oposiciones.
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Aspirantes presentándose a un examen de oposiciones.

Tras años de crisis, de sangría en los recursos, y escasez en las convocatorias de oposiciones, el empleo público da muestras de recuperación, y las ofertas publicadas en el Boletín Oficial del Estado (BOE) están alcanzando a los años anteriores a la recesión.

Todos los órganos de la Administración del Estado se han visto reforzados con nuevas plazas, una consolidación que empezó en 2015 y que este año es más ambiciosa, con más de 13.000 plazas en turno libre entre todos los cuerpos funcionariales y casi 5.000 plazas de promoción interna, en total 19.121 puestos. Esto supone un crecimiento del 62% respecto al del año pasado, y la oferta más amplia desde 2009, señalan en el Centro de Estudio Financieros (CEF), especializado en preparar oposiciones a la Administración.

Según los datos que maneja la Academia Adams, la oferta pública de empleo supone un 300% más respecto a 2010, siendo los puestos de la Administración del Estado (6.057 en total, un 71% más que en 2015) y la Administración de Justicia (1.820 plazas, un 27% que en 2015) los más solicitados, junto a los de Mossos d’Esquadra en Cataluña.

La nueva coyuntura está atrayendo a muchas personas que vuelven a ver el empleo público como un camino seguro, un trabajo para toda la vida, con garantía de sueldo a final de mes, cargo permanente y asignaciones fijas. «En esta situación económica difícil los funcionarios han tenido mala fama de una manera injusta, ya que gracias a ellos funciona este país», explica Ángela de las Heras, jefe de estudios del área de oposiciones de CEF. Tras la sequía de 2010, el acceso al empleo público se refuerza por las necesidades de una administración envejecida y con carencias de personal.

Existen tipos básicos de oposiciones divididos en los grupos A, B, C, cuyos requisitos y dificultad varían, y que se distribuyen en otros subgrupos. En el A1, el más exigente, pero también al que se presentan menos candidatos, estarían, entre otros, los cuerpos de ingenieros, abogados del Estado, inspectores de Hacienda o de Trabajo; es necesario tener el título de grado universitario o equivalente y deberán superar un examen oral, una prueba de idiomas y un caso práctico, con unos 200 temas por delante. En el A2 se requiere un diplomatura universitaria o grado y no cuenta con examen oral, y tampoco es usual que se soliciten idiomas. En el grupo B se requiere una titulación de técnico superior y en el C, la titulación de Bachiller, técnico o graduado en ESO; se divide en C1 (ayudantes de instituciones penitenciarias o técnicos auxiliares de informática) y en el C2 (auxiliares de la Administración, entre otros). Cualquier español mayor de edad puede presentarse a estas oposiciones, y el único límite es la edad de la jubilación, aunque no se especifican los años.

La media de tiempo invertido ronda de los cinco años en las más difíciles a un año y medio para las sencillas. No obstante, el opositor va a requerir de paciencia, mucha motivación y cualidades para la organización. «Por ello, aunque no lo consigan, están muy valorados en el sector privado, porque se han convertido en expertos en determinadas materias, son especialistas», comenta De las Heras.

Otro de los elementos a tener en cuenta es el sustento económico: los expertos recomiendan dedicación completa por la gran competencia existente. Muchas personas se ven obligadas a compaginarlo con el trabajo o tareas domésticas. Para determinar la dificultad de unas oposiciones es necesario considerar varios factores. El éxito depende de una buena estrategia. El volumen de los temarios (alrededor de 50 en las C1) no es determinante. Se debe prestar atención a las variables, como la ratio de personas que se presentan, ya que las más sencillas suelen tener un mayor número de aspirantes, y aunque el estudio y el examen sean más simples, puede llegar a ser difícil obtener una plaza por el elevado número de personas que compiten.

Por este motivo se deben planificar bien las oposiciones a las que se quiere instar, valorar las cualificaciones y aptitudes de cada opositor, preparar un método a largo plazo y tener en cuenta el tiempo del que se dispondrá. «Es necesaria una adecuación entre las aspiraciones y capacidades reales del aspirante y las características de la oposición concreta», explica Gloria Oliveros, directora de Empleo Público de la Academia Adams. Antes y después de empezar, el opositor debe contar con buena información, estar atento a todos los datos que puedan afectarle, definir el programa y el perfil, conocer la regularidad de las convocatorias por las ediciones pasadas –las de Administración del Estado y Justicia suelen ser las más recurrentes–y desarrollar la motivación y perseverancia necesaria porque se trata de una carrera de fondo en la que lo más probable es que no se supere el examen a la primera.

«Debe creer que lo conseguirá, tiene que tener confianza en que habrá plaza, porque la Administración tiene que seguir adelante», explica De las Heras. Debido a la duración de los estudios, el opositor tiene que empezar antes de que se oferten las plazas y tener la esperanza de que ese puesto llegará, junto a una buena estrategia que multiplique y rentabilice sus posibilidades, con un ataque selectivo a varias convocatorias. Es una lucha contra uno mismo. Puede ser autodidacta y prepararse él mismo el temario con recursos on line y libros académicos, o acudir a centros especializados que lo preparen a lo largo de esos años para superar las pruebas concretas. «Una mentalidad positiva no está reñida con una mentalidad realista», añade Oliveros. En las academias se tiene la ventaja de encontrarse en un ambiente de opositores y entrenado por personas que superaron las pruebas. También cuentan con una disciplina para conseguir metas a corto plazo y no perder el tesón y la técnica.

El opositor necesita autodisciplina –poner todo el trabajo de su parte– y prepararse para el examen concreto: no es lo mismo un tipo test, uno de desarrollo, de composición, oral o práctico. Será necesario acudir a las páginas webs de las administraciones estatales, autonómicas y locales para estar al día de sus procesos selectivos y requerimientos, y a la publicación de plazas en el BOE o Boletín Oficial de la comunidad o provincia correspondiente. Los procesos de selección son procedimientos que deberán consistir en pruebas de conocimientos generales o específicos, pudiendo incluir test psicotécnicos y entrevistas.

Por lo general, se deberá abonar una tasa para realizar los exámenes, que dependerá de la categoría y la entidad; solo se tienen que sufragar una vez. El coste mensual de una academia varía en función del nivel de la oposición y el régimen de clases, y está entre los 90 y 200 euros al mes en función de la dificultad. Normalmente, incluyen apoyo on line, y debe añadirse el precio de los libros que aumentará en función del programa y las pruebas.

Consejos para aprobar la oposición

«El tiempo de dedicación, la constancia y la seriedad son los elementos más decisivos», explica Gloria Oliveros, de la Academia Adams. Para ello, es necesario conocer la expectativas de la convocatoria: el contenido del programa, la titulación, el número de plazas, la regularidad de las ofertas, la bases, etc... Si se opta por una academia es necesario contrastar y buscar centros especializados con experiencia y rigor.

Se necesitará constancia, disciplina, motivación, y saber rentabilizar lo estudiado para poder aprovechar otras convocatorias, ya que incrementará las posibilidades de éxito. El aspirante debe conocer el proceso de selección y la prueba, elegir el sistema de preparación que mejor se adapte, contar con buenos materiales de estudio, prepararse con tiempo, utilizar técnicas (prelectura, subrayado, esquemas, repasos, autoevalución, etc), generar un hábito de trabajo y una planificación realista.

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