Muestra la enseñanza libre de los críos educados en el hogar, una opción creciente en los EE UU

  • La fotógrafa Rachel Papo edita 'Homeschooled' después de dos años viviendo en la zona de Woodstock, donde la educación en casa tiene muchos seguidores.
  • La serie está narrada desde el punto de vista de niños y adolescentes que crecen en contacto con el entorno natural y aprenden a partir de lo que viven.
  • El movimiento de la enseñanza en casa es seguido por el tres por ciento de los escolares estadounidenses de entre 5 y 17 años, el doble que hace diez años.
Roan cuida de las vacas Kilda y April
Roan cuida de las vacas Kilda y April
© Rachel Papo
Roan cuida de las vacas Kilda y April

Iris, que tiene 16 años y vive en algún lugar cercano a Woodstock —una villa del estado de Nueva York cuyo topónimo se convirtió en parte de la cultura universal cuando en 1969 se celebró en un condado cercano el más famoso de los festivales hippies—, no sólo disfruta del privilegio de residir rodeada de montañas y una frondosa naturaleza. Es también una de las jóvenes estadounidenses que no ha pisado un aula para aprender lo que sabe, que es bastante.

Gracias a la educación en el hogar, que en los EE UU, donde recibe el nombre de homeschooling, es seguida por el tres por ciento de los escolares entre 5 y 17 años, un porcentaje que se ha duplicado en la última década, Iris ha crecido en su propio camino, aprendiendo de lo que experimenta y vive.

'Sé cosechar, he cuidado de corderos recién nacidos'

"He estado rodeada de la naturaleza, la creatividad y la imaginación (...) He experimentado según mis intereses (...) Sé plantar y cosechar, he cuidado de corderos recién nacidos", dice con orgullo la muchacha, que asistió solo a un curso de escuela reglada a los 12 años y sintió que allí "no tenía tiempo para hacer las cosas que amaba" y que padecía de manera cotidiana la "frustración por los limitados puntos de vista de los libros de texto".

Educada por su madre y su tía, Iris es una de las protagonistas del libro Homeschooled (Educados en el hogar) de la fotógrafa Rachel Papo (EE UU, 1970), que se trasladó a vivir a Woodstock en 2010 con su pareja y la hija de ambos y se encontró con una realidad que desconocía.

No ceder la educación al sistema

Sorprendida e intrigada por la pequeña pero sólida y activa comunidad de familias que ejercen en persona la tutoría educativa de sus críos, sin ceder el derecho a ningún sistema educativo, sea público o privado, ha dedicado dos años a retratar el panorama y la vida de los niños que se educan sin la mediación de maestros o profesores.

La colección de fotografías de Papo, editada por Kehrer [128 páginas y un PVP de 39,9 euros], tiene el buen sentido de estar narrada desde el punto de vista de los niños y adolescentes, de cierto aire asilvestrado pero plenamente feliz, que protagonizan la aventura de la escolaridad no reglamentada ni sujeta a programaciones elaboradas en despachos administrativos.

Horneando galletas, manejando escopetas de caza...

Ayudando en tareas ganaderas y con aspecto de pioneros, patinando en una charca helada, intentando llamar la atención de una confiada ardilla del bosque, manejando escopetas de caza, admirando la transparencia de una fina capa de hielo, mostrando el microscopio recién comprado, horneando galletas, haciendo los deberes y estudiando en una cálida habitación de madera o jugando en un ambiente que se asemeja a un paraíso, la sensación es que estamos ante críos bastante desenchufados de la invasiva digitalización y creciendo en un marco positivo.

"Aquí vemos el mayor activo de la infancia: una ardiente y casi fanática creencia en el potencial propio. Los niños gobiernan el mundo, al menos hasta que se les diga lo contrario", escribe en el prólogo del libro Holly Graff, que creció siendo escolarizada en casa, es ahora profesora de apoyo para alumnos que siguen la misma senda y lleva el blog Unschool Days.

El verdadero salón de clases, el mundo

"Ninguno de nosotros ha puesto un pie en una escuela,  así que esa mañana, como todas las mañanas, en lugar de despedirnos unos de otros y marchar por caminos separados, iremos juntos a explorar nuestro verdadero salón de clases: el mundo que nos rodea, un entorno acogedor, abierto y lleno de sorpresas y posibilidades", añade.

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