El titular del juzgado de Instrucción número 1 de Huesca ha decretado este lunes prisión provisional para el conductor que el pasado 28 de julio atropelló a un grupo de 20 personas a la puerta de una discoteca en Huesca, causando la muerte a dos de ellas y heridas a otras siete.

Víctor Manuel Gómez Rivero, un joven de 22 años que conducía a más de 150 kilómetros por hora en el momento del accidente, dio positivo en el test de alcoholemia con una tasa de 0,70 miligramos. Aunque en su declaración ante el juez ha argumentado no acordarse de nada, el magistrado le imputa dos delitos de homicidio imprudente, siete delitos de lesiones y un delito de contra la seguridad del tráfico, con el agravante de temeridad manifiesta al poner en peligro la vida y la integridad física de las personas.

Duramente increpado

Gómez Rivero, que a su llegada al juzgado fue duramente increpado por familiares y amigos de los fallecidos, ha comparecido ante el juez durante más de 45 minutos. En sus declaraciones, aseguró no recordar haberse precipitado contra sus víctimas a más de 150 kilómetros a la hora y sin frenar en ningún momento, ni tampoco ser el supuesto autor del atropello, que tuvo lugar en la madrugada del pasado sábado en las inmediaciones de la discoteca Manhattan, en el polígono industrial Sepes de Huesca.

Admitió haber consumido durante las horas previas al accidente diversas cantidades de alcohol, así como diversos fármacos prescritos para una afección psiquiátrica que padece. Tras la declaración, el ministerio fiscal solicitó el ingreso en prisión del detenido, mientras que el letrado de la defensa pidió su traslado a un centro psiquiátrico para ser sometido a una evaluación facultativa que pudiera determinar su grado de responsabilidad.

Finalmente, el juez ordenó el traslado del detenido a la cárcel de Zuera (Zaragoza). Por el momento, y a expensas de lo que pueda deparar la investigación judicial, el juez no ha solicitado nuevas pruebas.

Según fuentes de la investigación, la actitud mostrada por el joven a lo largo de su comparecencia judicial, sin mostrar signos de tristeza o arrepentimiento, provocó sorpresa entre las distintas partes personadas en la causa. A su salida del juzgado en dirección a dependencias de la comisaría oscense, desde donde fue trasladado con posterioridad a Zuera, los familiares y amigos de una de las víctimas se abalanzaron sobre el coche policial y le propinaron varias patadas.