Dicen que el dictado que ordena la larga carrera de Hiro —nombre artístico de Yasuhiro Wakabayashi— es una recomendación taxativa, casi un mandamiento: "Si lo que ves por el visor ya lo has visto antes, no hagas la foto". Tomando al pie de la letra la admonición, el fotógrafo, nacido en China en 1930, de familia japonesa y ciudadanía estadounidense, ha conseguido un objetivo al alcance de pocos: hacer que cada imagen parezca irrepetible.

Desde la portada para los Rolling Stones del álbum Black and Blue (1976) —un primerísimo primer plano del grupo de composición y cromatismo bastante más cautivadores que las canciones melifluas del disco—, hasta el retrato de perfil de la modelo Jerry Hall exhalando humo sobre un confín marino, las fotos de Hiro tienen un carácter de anormalidad, de cosa única. A esa cualidad debe añadirse la larga trayectoria del artista: desde los años sesenta y hasta hoy —sigue haciendo fotos a los 85 años— se ha mantenido como una constante referencia de las fotos de moda.

Una exposición antológica en Londres agrupa una selección de imágenes de la carrera de Hiro. Se celebra, hasta el 12 de marzo, en la galería Hamiltons, y es la primera dedicada al maestro en la ciudad en las últimas dos décadas, lo cual señala otra característica, en este caso negativa, de la carrera del retratista: el sector tiende a ningunearlo y, acaso porque no es propenso a las relaciones públicas, su influencia es subterránea. Es eso que llaman un fotógrafo de fotógrafos.

Como aprendiz de Richard Avedon, el gran revolucionario del editorial de moda, Hiro aprendió que la belleza requiere un trabajo previo de descubrimiento. El maestro, que intuyó en el alumno un talento natural, presentó a Hiro a Alekséi Brodóvich, el emigrante ruso, diseñador y fotógrafo que convirtió a la revista Harper's Bazaar, de cuya dirección artística se encargaba desde 1934, en en una de las publicaciones más comprometidas con la creatividad.

Desde los años sesenta Hiro fue el gran fotógrafo de la revista, que llegó a dedicarle un número completo, presidido por una pregunta en portada: "¿Es este el mejor fotógrafo de los EE UU?". El secreto estaba en el factor sorpresa, la visión natural de las anomalías y la iluminación cuidada para crear efectos de irrealidad.

Hiro, como dicen los galeristas londinenses, "ve la belleza en lo extraordinario" y descubre el sentido de maravilla que puede subyacer en los objetos o momentos más mundanos. La uña de un pie, la pupila de un ojo, los labios o un interruptor de la luz son tratados con la misma pasmada concentración para convertirlos en parte de una escenografía surreal, basada en la "metafísica de la contemplación".

La sorprendente visión de este constructor de imágenes singulares prepara cada imagen con una "precisión implacable", pero nunca deja que la exactitud técnica, como sucede, por ejemplo con las fotos de Helmut Newton, sea un obstáculo para la creatividad ni una "obsesión innecesaria". Hiro busca "intensificar la mirada" y convierte cada sesión en un ritual.

Aunque no es fácil encontrar buenas ant0logías en línea de este artista injustamente olvidado, este microblog y este tablero de Pinterest tienen  selecciones parciales de su trabajo.