Cerca de 15.000 viajeros padecen cada semana las instalaciones precarias del Aeropuerto de Zaragoza. El recinto recibe en los meses de verano el doble de usuarios que el resto del año y los servicios que presta se quedan cortos para una demanda tan elevada.

A esta falta de servicios se suman, además, las molestias que generan las obras de la nueva terminal, más grande y moderna, que no estará operativa hasta marzo de 2008.

Las principales quejas de los usuarios son por los deficientes accesos. En concreto, además del mal estado de la carretera de Garrapinillos, denuncian la escasez de transporte público y la falta de conexión entre el aeropuerto y la Intermodal.

De lunes a sábado sólo hay siete autobuses al día (cinco los domingos), con horarios ajustados a los vuelos regulares. Los pasajeros de los chárter, la mayoría de los que pasan por el aeropuerto en verano, llegan a esperar más de una hora y media en la parada.

«Al menos en verano debería haber más servicio. Si no, estamos obligando a miles de personas a pagarse un taxi para salir de aquí», explican trabajadores del aeropuerto. La diferencia entre las dos opciones es notable: frente a los dos euros del bus, un taxi cuesta en torno a los 18 euros.

Quienes van en su coche no lo tienen mucho mejor. El aparcamiento se ha quedado pequeño para los mil coches que se estacionan al día y muchos acaban en

un parking improvisado y sin asfaltar, junto a la nueva terminal.

La primera impresión que se llevan los turistas es un tanto desoladora, ya que la terminal de llegadas es un módulo prefabricado con un cajero automático, cuatro puntos de alquiler de coches, dos máquinas de refrescos y 33 sillas. «Vayas donde vayas, el aeropuerto es siempre mejor que éste», explicaba ayer Isabel Domingo, una de los miles de viajeros que pasan cada semana por el aeropuerto. «Acabo de volver de Santiago de Compostela y no hay color: el suyo es nuevo y con muchos más servicios», aseguraba.

Un edificio de diseño: La nueva terminal, diseñada por Vidal y Asociados, son cuatro módulos cubiertos por una estructura en forma de olas, similar a la T-4 de Barajas.

Más servicio: La planta baja, de 8.250 metros cuadrados, tendrá 12 mostradores de facturación, seis puertas de embarque y tres hipódromos de recogida. Además, habrá tiendas, un restaurante autoservicio y cafetería en la zona de embarque (ahora no hay). La planta primera será para oficinas y el sótano, para almacenes.

Aparcamientos: En marzo habrá también un nuevo aparcamiento, con capacidad para 1.300 coches. Todas las plazas estarán cubiertas por marquesinas y vigiladas.

Más de 40 millones: Las obras de mejora (terminal, urbanización y ampliación de la plataforma) costarán 41,99 millones de euros. La nueva terminal podrá dar servicio a un millón de pasajeros al año y la actual albergará oficinas.