Rousseff y Neves, a la segunda vuelta de las presidenciales: ¿qué retos tiene por delante el ganador?

  • Ninguno de los tres principales candidatos (Dilma Rousseff, Marina Silva y Aécio Neves) ha obtenido la mayoría absoluta en la primera vuelta.
  • La campaña ha estado llena de sobresaltos, como la muerte del candidato del Partido Socialista Brasileño, Eduardo Campos, cuyo lugar ocupó Marina Silva.
  • Tanto Silva como Rousseff mantuvieron una contienda por la popularidad, aunque finalmente la actual presidenta remontó en intención de voto.
  • Entre los retos del ganador está la celebración de los JJ OO de 2016, detener la deforestación del Amazonas y reflotar la estancada economía brasileña.
Dilma Rousseff se dirige a sus seguidores tras conocer los resultados electorales de las elecciones de 2014.
Dilma Rousseff se dirige a sus seguidores tras conocer los resultados electorales de las elecciones de 2014.
GTRES
Dilma Rousseff se dirige a sus seguidores tras conocer los resultados electorales de las elecciones de 2014.

Más de 142 millones de brasileños han votado este domingo para elegir presidente en unas elecciones que se jugarán en una segunda vuelta.

La mandataria brasileña y candidata a la reelección por el Partido de los Trabajadores (PT), Dilma Rousseff, y el líder opositor Aécio Neves disputarán la segunda vuelta en las elecciones presidenciales, según el recuento oficial de los comicios celebrados este domingo.

Rousseff obtuvo un 41,58% de los votos válidos y Neves, candidato del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), un 33,56%, tras haberse escrutado un más del 99% del censo de las elecciones de este domingo, informó el Tribunal Superior Electoral.

La ecologista Marina Silva, del Partido Socialista Brasileño (PSB), logró un 21,32% de los votos y terminó en tercer lugar, según los datos del escrutinio.

Con este porcentaje de escrutinio ya es matemáticamente imposible que Rousseff obtenga más de la mitad de los votos en la primera vuelta y sea reelegida sin necesidad de una segunda, o que Silva adelante a Neves como segundo más votado.

Muy lejos de los tres principales candidatos, se situó en cuarto lugar la izquierdista Luciana Genro, del Partido Socialismo y Libertad (PSOL), con un 1,5%.

La segunda vuelta de las elecciones brasileñas se celebrará el 26 de octubre.

Sobresaltos y tensión en la campaña

Al misterio por saber quién será la próxima presidenta (o presidente) de Brasil se unen también algunos sobresaltos que alteraron la campaña electoral. El principal se produjo a mediados de agosto, cuando el candidato del Partido Socialista Brasileño (PSB), Eduardo Campos, murió al estrellarse la avioneta en que viajaba. A los pocos días, su candidata a vicepresidenta, Marina Silva, ocupó su lugar y empezó a subir como la espuma en las encuestas de intención de voto, llegando a empatar al principio con Rousseff, que hasta entonces tenía prácticamente asegurada la reelección.

Muchos brasileños agradecían así que Silva tomara la iniciativa y se colocara en la primera línea de la política, pues desde el principio muchos no entendían por qué iba a ser la mano derecha de Campos si era mucho más popular que él. Silva, exministra del Partido de los Trabajadores (PT) con Luiz Inácio Lula da Silva, salió de esta formación desencantada y en los últimos meses ha intentando captar el descontento de la calle presentándose como una alternativa a la vieja política. Sin embargo, su efecto no duró mucho tiempo, y desde principios de septiembre Rousseff se recuperó y volvió a oscilar entre el 35% y el 40% de intención de voto, mientras que la exlíder ecologista retrocedió a la franja del 20% y 25%.

La campaña parecía una contienda entre ambas, en la que el líder del Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB), el liberal Aécio Neves, poco tenía que hacer. Incluso se especuló con su renuncia antes de tiempo. Sin embargo, en los últimos días ha remontado y ya podría disputarle a Silva el pase al segundo turno, pues ambos están prácticamente empatados como segunda preferencia de los brasileños.

Los retos del ganador

Sea quien sea el candidato ganador, tiene ante sí una serie de desafíos para volver a recuperar el descontento ciudadano y reflotar la economía de un país que hasta hace pocos años era considerado un ejemplo entre los emergentes:

Juegos Olímpicos de 2016. Tras la polémica organización en el Mundial de Fútbol, con retrasos en las obras de los estadios, manifestaciones de trabajadores y de 'indignados', huelgas..., Brasil tiene por delante un arduo trabajo para evitar cometer los mismos errores en los Juegos de Río 2016. Erradicar la violencia y la inseguridad en Río de Janeiro se presenta como uno de los temas a abordar, más cuando el Instituto de Seguridad Pública de Río publicó antes de la celebración del Mundial que los índices de criminalidad habían crecido en esta ciudad.

Conservación del Amazonas. La deforestación del considerado mayor pulmón del planeta es otro de los temas imprescindibles a abordar por el próximo presidente de Brasil, más cuando el actual Ejecutivo de Rousseff confirmó en septiembre que la destrucción de esta selva tropical se había acelerado en 2013. Este asunto fue utilizado por la candidata Marina Silva para reprochar a Rousseff que no firmara el compromiso de reducir la deforestación suscrito a finales de septiembre por 32 países en la Cumbre del Clima organizada por la ONU en Nueva York.

Presa de Belo Monte. Sin salir de la Amazonía brasileña, la disputa por la construcción de esta mega presa, que comenzó en 2010, implica a ambas candidatas a la presidencia. Cuando Dilma era ministra de Minas y Energía, su insistencia por construir nuevas centrales nucleares y la presa de Belo Monte propiciaron el desencuentro con la entonces ministra de Medio Ambiente, Marina Silva.

La construcción de esta gran central hidroeléctrica ha causado numerosas protestas de los indios y campesinos que viven en la región, ya que ha suspuesto la inundación de una gran superficie de la selva amazónica y la expulsión de las comunidades indígenas que viven en ella. En 2011, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) de la OEA solicitó la suspensión de las obras por las deficiencias en las consultas previas a los indios, pero el Gobierno brasileño se negó a acatar esa decisión.

El reflote de su economía. El frenazo de la economía brasileña, la mayor de América Latina, se hizo patente en el segundo trimestre de este año, cuando se contrajo un 0,6% en comparación con el primer trimestre de 2014. En este sentido, el país acumula dos trimestres consecutivos de crecimiento negativo, entrando técnicamente en recesión. Sin embargo, el Gobierno brasileño niega que se trate de una recesión como tal, sino más bien de "una parada prolongada, como en los países europeos", en palabras del ministro brasileño de Hacienda, Guido Mantega.

Desigualdad social. Durante los últimos doce años, tanto el Gobierno de Lula da Silva como el de Dilma Rousseff avanzaron en la reducción de las desigualdades sociales gracias a la combinación de programas sociales con el crecimiento económico, creación de empleo y valorización del salario mínimo, según reconoció la ONU. Sin embargo, ya antes del Mundial de Fútbol, la economía brasileña mostró dificultades para su crecimiento por el aumento de la inflación, que redujo el poder adquisitivo de las familias.

Las protestas por el despilfarro y la corrupción ante la celebración de grandes eventos como el Mundial han hecho que a esta desigualdad se uniese también un clima social de descontento.

Volver a ser un referente cultural. La prueba más patente quedó en el Mundial de Fútbol de Brasil, cuando la canción elegida fue la de Pitbull y Jennifer Lopez, en detrimento de cualquier tema de tantos cantautores brasileños procedentes del país del Bossa Nova.

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