Trastornos de la alimentación: cuando el "qué me pongo" se vuelve patológico

  • Son enfermedades que aparecen después de una etapa dura de la vida: desde un fallecimiento hasta un cambio de domicilio.
  • Actualmente, el perfil prototípico del enfermo se ha diluido y lo mismo ocurre con la edad.
  • Pueden curarse al 100%, pero el tratamiento es largo.
Imágenes de la campaña sueca contra la anorexia y la bulimia.
Imágenes de la campaña sueca contra la anorexia y la bulimia.
20MINUTOS.ES
Imágenes de la campaña sueca contra la anorexia y la bulimia.

Una chica en ropa interior se mira en el espejo, con cara triste.

Coge carne de sus piernas, de su barriga, de su cuello... llora porque se ve gorda y, sin embargo, cuando la cámara se aleja, se ve que es una persona esquelética la que está frente al espejo limpiándose las lágrimas.

Esta campaña sueca contra la anorexia y la bulimia está a punto de llegar a las 100.000 visitas en Youtube y destapa un problema que está latente en la sociedad de consumo.

María del Carmen González es la coordinadora general de ADANER (Asociación en Defensa de la Atención a la Anorexia Nerviosa y Bulimia), y trata a diario con pacientes que sufren esta enfermedad.

Según ella, a los trastornos alimenticios les precede un aislamiento porque son enfermedades que aparecen después de una etapa dura: "puede tratarse de un fallecimiento, de la pérdida de la red social, de un cambio de domicilio", afirma María del Carmen.

"La persona entonces se aísla un poco, comienza a sufrir cambios de humor, le invade la tristeza... luego aparecen cuestiones relacionadas con la comida, empieza un diálogo sobre el peso, si tienen báscula se pesan mucho, preguntan insistentemente ¿cómo me ves?", hasta que todo termina girando en torno a la comida, al peso y al cuerpo.

En cuanto a la identificación de las enfermedades, "la anorexia es más fácil", porque "el enfermo deja de comer" mientras que resulta "más difícil localizar los problemas intermedios, de gente que come más o menos bien delante de la familia pero busca excusas" para no comer.

"Hay que estar pendientes sin que sea una obsesión"

Los padres "tienen que coger el máximo de información" sobre la enfermedad, porque la familia tiende a hacer "lo que le dicta el instinto".

Según María del Carmen, "por mucho que uno esté atento no puede curarlo" porque estamos ante enfermedades.

Los padres no pueden ser policías y acompañar al hijo siempre que vaya al baño

"Lo importante es contactar con una asociación para conocer el problema", afirma.

Los padres no pueden "ser policías, no pueden acompañar al hijo siempre que vaya al baño", lo que no significa que deban despreocuparse, sino que deben "estar pendientes, sin que sea una obsesión".

Dentro del entorno más cercano encuentra un problema, porque cuando se empieza a adelgazar "hay un período en el que (al enfermo) se le refuerza positivamente, se le dice qué bien, ¿cómo lo haces?" que pasa a ser un refuerzo negativo cuando "se adelgaza mucho".

"No se pregunta si se está enfermo", en su lugar "se dice ¡Oh, qué suerte!".

El refuerzo negativo desemboca también en atención y "todos necesitamos que nos mimen" por lo que, al girar todo "en torno a esa imagen", se termina por "ignorar la base, el por qué no se sentía bien, se quería poco, por qué tenía poca autoestima".

Es entonces cuando, "en vez de una depresión, aparecen trastornos alimenticios".

"Aunque el hambre duele, duelen más las emociones"

El mensaje que recibimos de los medios es que si eres delgado tienes más opciones de tener éxito y felicidad

"El mensaje que recibimos de los medios es que si eres delgado tienes más opciones de tener éxito y felicidad, sobre todo en la mujer; no importa lo demás si no estás delgada" apunta la coordinadora.

Por eso "a veces se empieza a hacer una dieta pensando que si adelgaza será más feliz" y la dieta, aunque no le lleva a esa situación, "es un factor precipitante, porque la carencia de nutrientes lo exacerba todo, también el malestar psicológico".

"Aunque el hambre duele, duelen más las emociones", concluye.

"Le puede pasar a cualquiera"

  • Perfil

"Ya no hay un perfil", afirma, "antes estaba muy claro: las personas anoréxicas eran hipersensibles, autocríticas, perfeccionistas... y empezaban una dieta que extremaba todos esos rasgos mientras que las personas bulímicas eran más impulsivas, no meditaban".

Ya no hay un perfil claro de quienes las padecen

La coordinadora asevera que "no se repite el proceso paulatino de antes", que ahora lo que quiere la gente lo quiere "ya y para pasado mañana" porque "vivimos en la cultura de la rapidez y es ésta la que ha diluido el perfil".

En uno de los múltiples foros donde se fomentan estas enfermedades, una usuaria dejó un mensaje ilustrativo de esa realidad sin perfil que describe María del Carmen González: "tengo que bajar de peso en dos semanas de la forma que sea. Voy a tener una cita con chico y me tengo que ver espectacular por fa todos los tips que tengáis hacédmelos saber, dietas, etc. lo que sea, en serio; es súper urgente" .

  • Edad de riesgo

Pero no sólo se ha perdido el perfil, sino que también se ha ampliado la edad de riesgo de padecer estas enfermedades.

La adolescencia sigue siendo un período de gran riesgo, porque "es un período conflictivo y doloroso" donde no se es "ni un niño, ni un adulto"; sin embargo, cualquier cambio importante en la vida puede desembocar en un trastorno alimenticio, porque "esto es algo que ocurre en los momentos vitales, cuando se le añaden otras cosas".

No hay una edad concreta, porque en ADANER han tratado un creciente número de casos infantiles, de niños entre 6, 7 y 8 años que aunque es un número pequeño, es "suficiente como para estar en sobre aviso".

El caso más joven que han tratado es el de un niño que empezó con cinco años.

  • Incidencia por sexos

La Coordinadora reconoce que hay menos varones por una cuestión de "pura biología", porque en las mujeres "las hormonas se vuelven locas y es más fácil caer tras una depresión".

Sin embargo, aporta un dato esclarecedor: "Por encima de los doce años, la proporción es un varón por cada diez chicas y, sin embargo, en las edades infantiles hay un 40% de varones afectados.

Alega que también se debe a que el varón tarda mucho en reconocerlo porque socialmente se han etiquetado como enfermedades de mujeres, porque existe "falsa creencia de que son enfermedades de niñas ricas y tontas que quieren ser modelos o de varones homosexuales y ni una cosa ni otra son ciertas".

Los hombres siempre tardan mucho en pedir ayuda y cuando lo hacen, "es porque están muy mal", reconoce María del Carmen.

"Piensan que yo me metí y yo voy a salir pero estamos ante una enfermedad, no es tan fácil".

"Se pueden curar al 100%"

Tanto anorexia como bulimia son enfermedades que "se pueden curar al 100%", aunque son de "larga evolución"; es decir, "a corto plazo no hay grandes resultados, aunque si los hay a medio y largo plazo".

Lo importante es "ponerse en tratamiento y esperar" porque es una enfermedad "donde hay que cambiar conductas, con lo que a los seres humanos nos cuesta".

En cuanto a las posibles secuelas dependen, según la coordinadora de ADANER, "del tiempo durante el que se haya padecido la enfermedad".

Hay riesgo de sufrir osteoporosis si la enfermedad se sufre durante muchos años, también hay peligro de gastritis y, en general, de "problemas que tengan que ver con el aparato digestivo".

Terminología de los trastornos

  • A DIETA CRÓNICA: No se llega a la enfermedad, por eso es más difícil que pidan ayuda. "Todos conocemos personas que están a dieta permanente, malcomiendo. No consiguen bajar de peso porque el cuerpo se readapta a la baja ingesta. Es algo insano. No supone tanto sufrimiento y por eso no pueden salir".
  • ANOREXIA: Es un trastorno de la conducta alimenticia consistente en la pérdida de peso provocada por el paciente, mediante el ayuno o la inanición.
  • BULIMAREXIA: Se trata de una psicopatología alimentaria que combina síntomas de la anorexia y la bulimia. "No se va de un extremo a otro. Es un abanico en la parte central, se oscila poco a poco".
  • BULIMIA: Trastorno alimenticio que lleva al enfermo a períodos de ingesta compulsiva de alimentos que alterna con dietas abusivas, el consumo de laxantes y diuréticos y la provocación del vómito por parte del enfermo.
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