Fotógrafos de 20 países envían obras al concurso de fotos con cámaras plásticas y de juguete

  • El certamen, que llega a la séptima edición, premia la creatividad de los fotógrafos que emplean cámaras baratas que pueden costar veinte euros.
  • Han llegado fotos de España, Australia, Inglaterra, Hungría, Irán, Japón, México, Rusia, Suecia, Suiza, Italia, Francia, los EE UU...
  • Entre los trabajos hay "paisajes sublimes, árboles de fuego, retratos desgarradores, perros divertidos, caballos sexy, luces de bengala de color salvaje..."
Foto del mexicano Francisco Mata
Foto del mexicano Francisco Mata
© Francisco Mata
Foto del mexicano Francisco Mata

Por séptimo año consecutivo llega el Annual International Juried Plastic Camera Show (Concurso Anual Internacional con Jurado de Cámaras Plásticas), un certamen modesto pero donde prima la creatividad y la diversión primaria del acto de fotografiar. A la edición de este año del concurso, que organiza el el RayKo Photo Center de San Francisco (EE UU), han llegado imágenes realizadas con cámaras plásticas y de bajo coste, necesariamente de película química, de casi una veintena de países, entre ellos España.

La intención del certamen es, como diría Orson Wells, demostrar que "una película no es realmente buena a no ser que la cámara sea el ojo de la mente de un poeta". Sustituyan en la frase el término película por fotografía y tendrán una idea de la intención de los organizadores: demostrar, como dijeron en la edición del año pasado, que las mejores fotos pueden ser realizadas "con las peores cámaras". Habría que añadir: si es que lo barato es necesariamente peor que lo estrafalariamente caro, como sucede en la comparativa de precios entre las gigantes digitales de varios miles de euros y las modestas cámaras de plástico que andan por un precio medio de 20 euros si se tiene maña en la búsqueda—.

Fotografía no convencional

A la convocatoria de este año de Rayko, un centro privado de fotografía no convencional, han llegado fotos de Australia, Canadá, España, Inglaterra, Francia,  Alemania, Holanda, Hungría, Italia, Irán, Japón, México, Polonia, Reino Unido, Rusia, Suecia, Suiza, y, por supuesto, de todos los rincones de los EE UU, "desde Maine hasta California e incluso de ¡Alaska y Hawai!", dicen los organizadores con entusiasmo.

Además, añaden, concurren los "sospechosos habituales" que salieron a hombros en las ediciones anteriores: Thomas Alleman, autor de los fascinantes paisajes urbanos Sunshine & Noir, tomados con una Holga, una de las cámaras favoritas de los amantes de la fotografía low fi (de baja fidelidad); Michelle Bates, un devoto de todo tipo de artilugio heterodoxo para hacer fotos; Sam Grant, que acaba de autoeditar un fotolibro al que conviene echar un ojo, La Rue, y Aline Smithson, que combina la fotografía digital con la de juguete.

"Un oso hormiguero gigante taxidermizado"

Entre las imágenes recibidas, que serán expuestas hasta el 19 de abril en la sede de Rayko, hay, según la enumeración apasionada de la galería, "paisajes sublimes, árboles de fuego, Polaroids únicas, retratos desgarradores, perros divertidos, caballos sexy, luces de bengala de color salvaje, preciosas placas de colodión y un oso hormiguero gigante taxidermizado".

Como en todas las ediciones del certamen, junto a las obras finalistas seleccionadas para la exposición se expondrán fotos de un artista invitado. El de este año es Jim Rohan, un artista de Boston (EE UU) que desde 2008 explora las posibilidades de las cámaras y ópticas plásticas para, según afirma, crear "recuerdos oníricos de la belleza y la incongruencia del mundo que me rodea", como en la serie Wide Awake in Dreamsville (Despierto del todo en la Ciudad de los Sueños), donde la mirada aparece tamizada por un velo no siempre claro que inyecta en los paisajes una textura de irrealidad.

Una Kodak de los años cincuenta

Rohan usa varios tipos de Holga, algunas modificadas por él mismo, Diana —una cámara muy básica que comercializa Lomography— y viejas Brownie Hawkeye que Kodak fabricó entre 1949 y 1961 y que fue la cámara más vendida del mundo en la década de los cincuenta. A pesar de ser un profesional dedicado a la fotografía arquitectónica y copropietario de un laboratorio, Rohan sostiene que nunca ha logrado fotos tan poéticas como las que obtiene con cámaras de plástico.

Las cámaras plásticas o de juguete tienen controles muy limitados y una lente de distancia focal fija. Destacan por su baja precisión de enfoque, distorsiones y fugas de luz (en ocasiones conviene forrarlas con cinta adhesiva negra para evitar que la luminosidad externa se cuele en el negativo).

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