Las cabezas calvas de bebé pueden ser barbillas, los pies sirven de orejas, las barrigas forman abultadas frentes. La artista residente en Australia Freya Jobbins construye complejas esculturas sólo con muñecas y juguetes. En sus seis años de experiencia ha aprendido a utilizar con pericia los alargados brazos de Barbie, los torsos musculados de los muñecos de acción, figuras de animales salvajes, pequeñas ruedas de coches...

Giuseppe Arcimboldo (1526/27-1593) —el inusual artista manierista que componía retratos antropomórficos con verduras, plantas, animales y objetos— es uno de los grandes inspiradores de la obra de la autora, que considera "el primer surrealista" al italiano: "Me encantan sus pinturas, cómo usa las flores, los libros, las frutas y las verduras tan fuera de contexto, especialmente en el tiempo en que vivió".

Como él, Jobbins aleja a las muñecas y a los juguetes de su entorno original. Con la estrategia está interesada en "generar una variedad de respuestas" ante la visión de objetos que no pasan desapercibidos a nadie: todos hemos disfrutado de un juguete y vivimos rodeados de ellos, son contenedores de recuerdos y experiencias.

No hace diseños previos y antes de ponerse a crear una nueva obra sólo tiene "ideas en la cabeza". A veces compone tres al mismo tiempo; otras, debe detener la escultura porque necesita "esperar a tener los elementos apropiados para completarla". La tarea de construir el retrato perfecto a partir de las piezas ideales puede llevar dos días y también un año. La artista ha aprendido muchos trucos para resolver este tipo de problemas, pero también disfruta dejándose llevar por el azar de lo que encuentra en sus pesquisas.

Su principal objetivo es usar "juguetes viejos que nadie quiere". Los busca en ventas de garaje y tiendas de segunda mano o llegan a ella en forma de "donaciones de madres que han hecho limpieza". Además, tiene "muchos ayudantes" que buscan por ella e incluso mandan muñecos. "Conocí a alguien cuyo hijo coleccionaba juguetes para mí en España ¡y me los envió!". Sólo si recibe encargos muy específicos (como sucedió con una cabeza de Darth Vader y otra de Batman) compra juguetes nuevos.

Entre lo más difícil de encontrar está el variadísimo calzado de las muñecas Bratz, con el que construye bolas de zapatos de las que asoman tres piernas desnudas que sirven de apoyo a la esfera. De las barbies extrae algunos de sus componentes más versátiles: las manos, los pies, los brazos y las caras sirven para recrear rasgos faciales y anatomías variadas; aunque los torsos se resisten a ser usados y de momento la mayoría permanecen almacenados "en cajas en el estudio" esperando una ocasión ideal.

"Sí. A algunos mis trabajos les parecen perturbadores, creo que sobre todo los carnosos", dice refiriéndose a los rostros y los cuerpos hechos sólo con muñecos color piel, muchos de ellos de inspiración clásica y representaciones de dioses griegos como Zeus, Apolo, Baco o Hades. La artista se siente satisfecha de despertar "respuestas emocionales" con sus obras y entiende que la idea de formar figuras "cortando y diseccionando" elementos de la infancia puede resultar incómodo.

Según su experiencia suelen ser los adultos quienes se lo toman peor: "Sólo he sabido de un niño que viera mi trabajo y no le gustara. A los críos les entusiasma lo que hago, buscan lo familiar en ellos. Les encanta encontrar algo que conocen o con lo que han jugado".

En los futuros planes de la escultora de juguetes hay una muestra en Australia programada para abril y mayo durante la que completará una gran instalación. En esa nueva experiencia Jobbins creará una enorme cara para la que también usará muñecos que los asistentes quieran donar.