A la calle tras cuatro décadas trabajando en la misma empresa: "No quiero irme a mi casa"

  • Sonopress Iber-Memory, filial de la multinacional alemana Bertelsmann, cierra su planta de CD y DVD en el municipio de Coslada.
  • Supondrá el despido de 134 trabajadores, muchos, con tres y cuatro décadas de experiencia en el sector de las artes gráficas.
  • La empresa alega "pérdidas continuadas" y un mercado "sin viabilidad de futuro".
  • Teresa, 40 años trabajando en la factoría: "Es una pena. Nos vamos de sopetón".
La plantilla de Sono Press-Iber-Memory, con Teresa y Pedro en primer plano, protesta contra el cierre de la planta de Coslada a las puertas de la fábrica.
La plantilla de Sono Press-Iber-Memory, con Teresa y Pedro en primer plano, protesta contra el cierre de la planta de Coslada a las puertas de la fábrica.
JORGE PARÍS
La plantilla de Sono Press-Iber-Memory, con Teresa y Pedro en primer plano, protesta contra el cierre de la planta de Coslada a las puertas de la fábrica.

Teresa (60 años) se pone el uniforme de trabajo, agarra su chaqueta y se dirige a su puesto. Sus movimientos son mecánicos, pero naturales. Los ha repetido varios miles veces. Sin embargo, el ritual concluirá pronto, porque la empresa para la que trabaja cesa su actividad.  Sonopress Iber-Memory, filial de la multinacional alemana Bertelsmann y especializada en el replicado de CD y DVD —antes fabricó vinilos y tocadiscos—, cerrará de forma definitiva en el mes de marzo dejando en la calle a sus  134 trabajadores.

Durante 40 años, Teresa ha acudido a la avenida de Fuentemar de Coslada, donde se sitúa la factoría, de lunes a viernes. "En 1974 éramos casi los primeros. Esto nos parecía el fin del mundo. No había nada. Nos tenían que traer en autobús desde la Avenida de América", detalla. De aquella época recuerda al antiguo propietario de la fábrica, Luis Carbó, "un señor muy amable" con el que, según sus empleados, "todo iba muy bien". "Ahora, en cambio, cerramos y el polígono da pena. Solo quedábamos nosotros y otra empresa que fabrica ampollas para tratamientos médicos. El resto son empresas de transporte", se lamenta.

A Sonopress se la lleva por delante la crisis, una situación de "pérdidas continuadas" y "un mercado sin viabilidad de futuro" debido a la caída de las ventas, a la dificultad de competir con otros soportes, al ascenso del consumo de música y vídeo a través de Internet y, como no, a la piratería y las descargas. Eso, a pesar de ser de las primeras factorías de producción musical y de las pioneras en la codificación de copias digitales.

"El volumen de actividad en la replicación de unidades se habría reducido en dos terceras partes entre 2008 y la previsión de actividad para 2014", insiste la dirección. A Teresa, esa explicación le vale de poco. "Es una pena. Nos vamos así, de sopetón. ¡No nos han buscado nada!". Su compañero Julio, presidente del comité de empresa, reclama que se podía haber hecho más, como ajustar la plantilla, buscar nuevas líneas de negocio en el sector de las artes gráficas, donde son especialistas, o apoyar la idea de los trabajadores de consitituirse como empresa y asumir el servicio. La ausencia de un inversor, se excusan desde la gerencia, lo hizo imposible.

"No esperábamos el cierre"

A todos les toca marcharse, pero Teresa asegura que le quedan fuerzas, ganas y empeño para trabajar. "No quiero irme a mi casa", protesta. Le gusta su labor, en un puesto de manipuladora, y no le importa enseñar a los más jóvenes.

A Pedro (29 años), le llama "el grandullón". "¿Has visto que tío más grande? Y me ponen a mí a su lado", bromea.  A este operador de impresión se le vino el mundo encima al conocer la noticia del cierre, que la empresa les comunicó en plenas navidades. Apenas lleva un año pagando la hipoteca el piso que se compró con su pareja y, ahora, lo ve todo negro: "Esperábamos algún despido, pero no el cierre. Entré aquí con 16 años a través de una empresa de trabajo temporal y he aprendido mucho sobre artes gráficas. Estudiaba para ser administrativo, pero lo dejé para cambiar de sector. Aún no sé qué voy a hacer".

Por el momento, la plantilla no deja de protestar. Al toque de la alarma de incendios, los 134 empleados cogen su silbato, agarran las pancartas y salen hasta el punto de encuentro, situado en el exterior. "Los pájaros activan la sirena. Últimamente suena mucho", ríen. La semana pasada también se manifestaron ante una de las sedes de Bertelsmann, la empresa matriz de Sonopress, y marcharon entre la fábrica y el centro cívico Buero Vallejo de Coslada.

La pancarta favorita de Teresa reza '40 años trabajados y me jubila la beneficencia'. Como al resto de sus compañeros, la dirección le ofrece 30 días de indemnización por año trabajado con un máximo de 22 mensualidades, un plan social con un compromiso de recolocaciones del 70% y un plan de prejubilaciones para mayores de 58 años. El comité de empresa exige 48 días y hasta 48 mensualidades, además de garantías de que las recolocaciones no obligarán a los beneficiarios a salir de Madrid.

El acuerdo está muy lejos, pero ambas partes tienen claro que Sonopress, tal y como los veteranos la conocieron, va a desaparecer. "Es una pena. Hasta aquí ha llegado, niño", cierra Teresa.

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