Un réquiem por el revelado de fotos, los cuartos oscuros y las cámaras de película química

Cámaras abandonadas en un laboratorio de Níger en una foto de Michel Campeau que se expone en la Galería Nacional de Canadá
Cámaras abandonadas en un laboratorio de Níger en una foto de Michel Campeau que se expone en la Galería Nacional de Canadá
© Michel Campeau/SODRAC (2013)
Cámaras abandonadas en un laboratorio de Níger en una foto de Michel Campeau que se expone en la Galería Nacional de Canadá

La National Gallery de Canadá, en Ottawa, ha decidido entonar un réquiem por la muerte casi inevitable del revelado de fotos, el trabajo de laboratorio en el cuarto oscuro y la película química. El museo programa al mismo tiempo dos exposiciones relacionadas con el radical cambio de paradigma ocurrido en los últimos diez años, con la fulminante derrota de la película fotográfica frente a la industria digital y las empresas de tecnología telefónica que fabrican utensilios que permiten a cualquiera hacer una foto, aunque nada sepa y nada sienta sobre la fotografía.

El canto mortuorio es doble. Hasta el 5 de enero de 2014 están en cartel dos exposiciones relacionadas con el asunto. Por una parte, Icons of Obsolescence - Commemorating the darkroom (Iconos de obsolescencia. Conmemorando el cuarto oscuro), una serie del fotógrafo canadiense Michel Campeau sobre la destrucción por abandono de instalaciones y material dedicados al revelado en varios paisese del mundo y, por otra, The Disappearance of Darkness (La desaparición de la oscuridad), donde el profesor universitario y fotógrafo Robert Burley, también canadiense, documenta el desmantelamiento, cierre y derribo de grandes factorías de los otrora gigantes de la fabricación de película fotográfica, Kodak, Agfa y Polaroid.

Desde 2005, Campeau ha retratado los vestigios de lo que ahora se llama, con bastante imprecisión, fotografía analógica cuando debería decirse química o con película. El reportero ha ejercido su obituario documental fotografiando cuatos oscuros, cámaras, equipo de laboratorio y bombillas de flash de un solo uso en 75 instalaciones de Canadá y otras de México, Cuba, Francia, Bélgica, Alemania, Japón, Vietnam y Níger. En algunas ocasiones, muestra los ambientes abandonados de los lugares donde en el pasado nacían las imágenes. En otras, aisla objetos sobre fondos negros y los retrata como si se tratara de pruebas de muerte.

"Enorme transformación"

En las fotos de Icons of Obsolescence , Campeau transforma material muy familiar hasta hace bien de una forma tristemente poética. En ocasiones las cámaras oxidadas, casi irreconocibles, parecen esculturas y los restos del naufragio de un laboratorio podrían ser un cuadro abstracto. El autor, dicen desde el museo,  "mezcla el documental artístico con la nostalgia, la claridad de la razón, la intencionalidad y el azar". Las fotos "son un recordatorio de la enorme transformación que se ha producido en poco más de una década para uno de los medios más accesibles y ubicuos de la humanidad".

"Sí, me he sentido como un experto forense en la escena de un crimen", dice e fotógrafo, que, paradójicamente, utiliza cámaras digitales. "La evidencia de la creatividad, lo doméstico y el abandono estaban a mi alrededor: instalaciones maltratads, sistemas de ventilación inservibles, folletos de instrucciones, la contaminación ambiental, los derrames químicos, el equipo desgastado y algunos temporizadores que seguían funcionando, como marcando el tiempo que resta para la desaparición del cuarto oscuro".

Derribos y abandonos

La exposición de Burley —proyecto que ya reseñamos en 20minutos.es cuando fue publicado en libro con el título The Dissappearance of Darkness: Photography at the End of the Analog Era (La desaparición de la oscuridad: la fotografía en el final de la era analógica— muestra el derribo, cierre o abandono de centros de producción de película química en Canadá, Béligica, EE UU y Japón. Es un repoprtaje, dice el autor, sobre la muerte de la fotografía tal como la conocíamos hasta hace apenas diez años.

El "radical e irrevocable" cambio de paradigma del arte de obtener, procesar y copiar imágenes ha sido fulminante: la fotografía digital ha derrotado y prácticamente borrado del mapa a las técnicas tradicionales basadas en la película química en apenas diez años, dice el autor, que documentó momentos tan simbólicos como las voladuras en 2007 de dos empresas filiales del imperio Kodak —que llegó a tener una plantilla de 145.000 trabajadores—: varios edificios de la enorme sede central de la empresa en Rochester-Nueva York (EE UU)  y la factoría de Chalon-sur-Saône, cerca de Dijon (Francia), el lugar donde el inventor Joseph Nicéphore Niépce hizo en 1827 la primera foto de la que se tiene constancia.

"Está claro que el oscuro, químico y físico tipo de fotografía con la que conviví durante la primera mitad de vida no sobrevivirá hasta la segunda. Mi experiencia haciendo fotos, que implicaba no solamente ver, sino también tocar, oler y moverme por cuartos oscuros con bandejas llenas de baños químicos y con luces de seguridad, se ha extinguido. Ha sido reemplazada por instrumentos electrónicos, que me permiten, aunque algunos dirían que me obligan, a manipular datos inmateriales en una pantalla brillante", añade Burley

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