Está nominado a mejor actor y puede llevarse el que sería el tercer Goya de su carrera.
En Vete de mí, encarna a un actor segundón que tiene que lidiar con su hijo trentañero. Pero a pesar de todo, Juan Diego no pierde la capacidad de ilusionarse con los premios.
¿Qué expectativas tiene para los Goyas?
La gala de este año será como siempre. Se nos pondrá cara de gilipollas cuando llegue el momento, y cuando digan el nombre de otro como ganador, pues a sonreir otra vez con cara de gilipollas.
¿Tiene esperanzas de llevarse el gato al agua?
¡Yo tengo esperanza de Triana! (ríe). Sí, tengo esperanzas. Supongo que las mismas que los demás compañeros.
¿Después de la Concha de Plata el Goya le sabrá a poco, si se lo dan?
Un Goya nunca sabe a poco. Siempre va a saber a gloria.
¿Qué hace falta para que el trabajo de un actor sea bueno?
BIO Sevillano, nació en 1942. Encabezó la huelga de actores de 1971 junto a Concha Velasco para reivindicar la reducción de la jornada laboral. Ya tiene dos premios Goya, ambos al mejor actor de reparto, por París Tombuctú y El rey pasmado.
Lo mejor que le puede pasar a un actor es que le den buenos guiones y buenos personajes. Si no, es muy difícil hacer un buen trabajo. Hay muchos profesionales a los que nunca le dieron ese gran personaje y se quedaron en el camino, o guionistas con textos geniales que nunca pudieron sacar adelante.
Claro que sí, juntos hicimos muchísimos
Sí, he ido a la manifestación contra el terrorismo y me la he traído puesta.
Tranquilo, sosegado. Sin gritos, sólo en contra del enemigo común, que es ETA y no otro. Todos juntos por la paz y por la unidad.
Procuro no escucharlo. Escucho a la derecha civilizada pero procuro ignorar a las cavernas. Intento no perder el tiempo porque tengo muchas cosas por hacer.
Existe una estructura técnica y comercial que no acabamos de ajustar. Es algo que tendría que entrar en las nuevas medidas del Ministerio de Cultura.
Toda la vida, los actores siempre tendrán ese miedo. No eres necesario para nadie.
No. Nunca. Somos absolutamente prescindibles
Cuando yo empecé se hablaba la lengua del imperio y el castellano tenía que ser puro. Ahora las cosas han cambiado un poco y no importa tener cierta cadencia en el acento, sea andaluz, vasco o gallego. Aunque siguen habiendo encasillamientos con los andaluces y es algo que me enfada mucho. Tengo grandes broncas con los guionistas, les digo que se acuerden de Lorca, de Juan Ramón, de los andaluces ilustres.
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