Patrullas de la Benemérita se desplegaron, en busca de pruebas, por la carretera donde apareció el coche del edil.
Miguel Grima, el edil muerto, había presentado denuncias por amenazas a unos ciudadanos vascos, a los que había denegado el empadronamiento en el pueblo, y también a personas que habitan en la localidad pirenaica de La Jacetania, muy próxima a Navarra, marcada ya por la tragedia.
Palmo a palmo
Pero el móvil del crimen y la identidad de su autor o autores parecen atrapados en el silencio de los parajes agrestes y recónditos en los que se ubica Fago.
Ayer, la Guardia Civil recorrió palmo a palmo el lugar junto a la carretera de Majones donde apareció el cadáver del primer edil, buscando pistas. También realizaron pruebas a gente de la zona en busca de restos de pólvora en las manos.
Miguel Grima, que regentaba junto con su mujer una casa de turismo rural y fabricaba bobinas de cobre para la empresa de un cuñado suyo, no tenía problemas económicos ni personales, según varias personas allegadas.
Rencillas por cuestiones territoriales, urbanísticas o de carácter más banal podrían estar en el fondo de este crimen rural.
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