El próximo 21 de julio, Europa perderá un príncipe heredero y ganará un nuevo rey, Felipe de Bélgica. Tras la abdicación de su padre, el rey Alberto II, Felipe de Brabante herderá a sus 53 años un trono al que estaba destinado desde hace lustros, una corona que el todavía soberano belga le ha estado "cuidando" durante dos décadas.

El tío de Felipe, el rey Balduino, nunca tuvo descendencia, por lo que cuidó y educó a su sobrino como si fuera su propio hijo y lo preparó para ser rey. Sin embargo, la muerte inesperada de Balduino hizo que Alberto II asumiera temporalmente las funciones de su hermano, un periodo que al final ha durado veinte años.

Ahora, Felipe asumirá el papel de monarca que le corresponde consciente de sus responsabilidades actuales y futuras. Su perfil, de hombre serio y cultivado, encaja con la imagen de la monarquía más tradicional. De hecho, el duque de Bravante es, junto a Alois de Liechtenstein, el único príncipe heredero casado con una mujer de ascendencia noble y no con una plebeya.

Fue coeducado por sus padres y sus tíos tanto en francés como en flamenco. A los 10 años, en 1978, ingresó en la Escuela Real Militar de Bélgica, donde se graduó como teniente en 1981. En ese período, cuando alcanzó la mayoría de edad, le fue concedido el título de duque de Brabante, que lo confirmaba como sucesor del rey Balduino. En 1982 pasó a la Escuela de aviación de Gosencout, en la que consiguió  el título de piloto de aviones a reacción. En 1983, ingresó en el cuerpo de paracaidistas como instructor de reclutas jóvenes.

Tras su período de instrucción, Felipe continuó con sus estudios universitarios en el Trinity College de la Universidad de Oxford (Reino Unido) y en la Escuela de Posgrado de la Universidad de Stanford (Estados Unidos), donde se licenció en Ciencias Políticas.

Sus logros, tanto militares como académicos, no quedaron ahí. En 2001 fue nombrado general-mayor de las fuerzas armadas, en 2002 se convirtió en Doctor Honoris Causa por la Universidad Católica de Lovaina, en 2004 recibió el título civil de piloto de helicópteros y en 2010 fue promovido a a teniente general vicealmirante.

El 4 de diciembre de 1999, Felipe de Brabante contrajo matrimonio con Matilde d'Udekem d'Acoz, hija del conde Patrick d'Udekem d'Acoz, en una boda celebrada en la catedral de Bruselas. Curiosamente, la princesa se convertirá en la primera reina belga de Bélgica desde que la región se constituyó como estado en 1830.

Logopeda, gran lectora, aficionada al deporte y a la música, políglota... Intelectual y elegante, Matilde ha acompañado a Felipe en sus múltiples viajes diplomáticos por el mundo orientados a mejorar la imagen del país en el extranjero.

Príncipe y princesa, ambos formales y cultos, han compartido tanto aficiones como una marcada sesibilidad por las causas sociales. Su activismo les ha llevado a defender los derechos de los niños, luchar contra el analfabetismo y apoyar las investigaciones contra el cáncer de mama o el SIDA.

Pese a todo, la sociedad belga muestra muchos recelos hacia Felipe, al que gran parte de la opinión pública considera incapaz de gestionar correctamente el gran conflicto nacionalista que divide al país en flamencos y valones. Con la abdicación de Alberto II, al que la mayoría consideraba un interlocutor más apropiado, el nuevo rey deberá ganarse la confianza y la simpatía del pueblo.

En esta dura tarea, Felipe cuenta con la paternidad como una de sus mejores bazas. Siempre acompañado por su mujer y sus cuatro hijos (dos niños y dos niñas), transmite una fuerte imagen de unión familiar. Destaca sobremanera el papel de la segunda gran mujer de su vida, su primogénita, Elisabeth Teresa María Helena, quien parece gozar del afecto popular que no posee su padre. Nacida en 2001, Elisabeth se convertirá con 11 años en duquesa de Brabante y, al mismo tiempo, en la primera mujer heredera al trono de Bélgica.

Seria, comedida, educada pero también dulce y espontánea, Elisabeth parece contar con el cariño de los ciudadanos, un factor en apariencia frívolo pero en realidad determinante a la hora de convertirse en símbolo de una hipotética reunificación nacional.

El nombramiento de Felipe como rey de Bélgica llegará menos de tres meses después de la subida al trono de Guillermo de Holanda, que fue la primera coronación europea en 22 años. Aun así, todavía quedan un buen número de monarquías en situaciones similares, con reyes de edad elevada que en cualquier momento podrían abdicar en sus herederos.

Este pequeño país supone una excepción dentro de las monarquías europeas, ya que se encuentra en un momento de transición o traspaso de poderes que ya dura años. Hans Adam II, de 68 años, reina nominalmente con el título de príncipe, pero es su hijo Luis Felipe María (Alois), de 45 años, quien asumió en 2004 el ejercicio de los poderes soberanos como parte de su preparación para la sucesión oficial al trono. Se casó con Sofía de Baviera en 1993 y juntos tienen cuatro hijos: José Venceslao (1995), María Carolina (1996), Jorge Antonio (1999) y Nicolás Sebastián (2000).