La crisis hace crecer los 'simpas' en gasolineras, bares y tiendas de la Comunidad de Madrid

  • La patronal de las estaciones de servicio cifra en 900.000 euros las pérdidas anuales en el área metropolitana de Madrid.
  • Aunque bajan los hurtos, suben las sustracciones de alimentos.
  • "Salen a fumar y no vuelven", se queja el propietario de un bar del centro.
Un hombre reposta en una gasolinera de Madrid.
Un hombre reposta en una gasolinera de Madrid.
Kote Rodrigo / EFE
Un hombre reposta en una gasolinera de Madrid.

Coger el tabaco y no volver. Pedir que se abra el surtidor para llenar el depósito e irse sin pagar. Meterse un desodorante en el bolsillo y 'olvidarse' de abonarlo en caja. La picaresca es infinita, pero siempre tiene un mismo objetivo: hacer lo que popularmente se denomina un 'simpa' y ahorrarse unos euros.

Según patronales, asociaciones y trabajadores autónomos, el número de fugas e impagos en establecimientos aumenta gradualmente conforme la crisis económica se alarga. Los datos, aseguran los consultados, no son alarmantes, pero sí provocan cientos de miles de euros en pérdidas a estos sectores.

En el caso de los carburantes, la merma llega a los 900.000 euros anuales solo en el área metropolitana de Madrid, según la Asociación de Empresarios de Estaciones de Servicio (Aeescam). De esa cantidad apenas se recuperan 250.000. Las gasolineras siempre denuncian este tipo de asaltos, que no constituyen robo sino hurto, porque el importe está por debajo de los 400 euros. En un 30% de las ocasiones, el ladrón abona la factura cuando le llega la citación judicial.

Víctor García Nebreda, secretario general de la patronal nacional Aevecar, apunta que el 90% de los que roban combustible son profesionales que incluso tapan sus matrículas para que las cámaras no puedan registrarlas. El otro 10% lo constituyen familias o individuos que recurren al escaqueo por falta de dinero. Este tipo de casos se ha incrementado alrededor de un 3%, según García Nebreda, desde el año 2007.

Otro tanto sucede en los bares, restaurantes y terrazas, a los que la ley antitabaco no ha ayudado demasiado. "He tenido casos de clientes que vienen, sacan tabaco de la máquina, comen y, con la excusa de fumarse el cigarrito de después, no vuelven", se queja un camarero del centro. "Salir a fumar es la mejor coartada que tiene la gente. Y cada vez pasa más", confirma la asociación de empresarios de ocio nocturno Noche Madrid.

Las tiendas y comercios no se libran de este fenómeno. A los descuideros tradicionales se han unido desde hace cuatro años los que cometen hurtos famélicos, es decir, la sustracción de comida o productos básicos de consumo e higiene.

Aunque los hurtos descendieron un 0,5% en Madrid en 2012, tanto la Delegación del Gobierno como los distintos cuerpos de la Policía confirman el incremento de estos robos de subsistencia, que incluyen, preferentemente, comida en conserva, latas y paquetes de embutidos. También son objetivos los jabones, las cremas, los desodorantes o las cuchillas de afeitar.

"Meten en la cesta cosas baratas, como el papel, la pasta o las legumbres, pero se llevan otras en el bolso o bajo la ropa. Volvemos a coger a gente intentando pasar las cajas de leche en la parte de abajo de los carros del supermercado. Cuando les pillas con algo, dicen que se les había olvidado que lo llevaban. Pocas veces se les denuncia, salvo que se pongan violentos", explica Laura, cajera en una gran superficie.

Cómo combatirlo

Los establecimientos combaten los 'simpas' como pueden. El sistema de prepago y la observación mediante pantallas se han generalizado en las gasolineras. Los comercios optan, en su mayoría, por contratar vigilantes o instalar sistemas de cámaras que pueden llegar a costar entre 8.000 y 9.000 euros. Mercadona, con más de 1.400 tiendas en España, optó por reforzar la seguridad el año pasado para evitar el incremento de pérdidas económicas. El proyecto piloto se inició en 40 tiendas de Madrid.

En los bares, la mayoría locales de pequeño y mediano tamaño, lo único que pueden hacer los camareros es andarse con ojo. "Hay que vigilar bien la terraza y exigir el pago de la consumición en el acto tanto en la barra como fuera", añade el propietario de un pub de Getafe. "Si el cliente no es un habitual, le pido que pague en el momento. Queda feo, pero es lo que hay", concluye.

Sin embargo, también hay espacio para la solidaridad. "Está creciendo un fenómeno que se trata de que una persona se toma un café o un desayuno y paga dos o tres para que si algún sin techo o alguien sin recursos entra a pedir, el camarero le ofrezca algo caliente", señala la asociación de hostelería La Viña.

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