El jurado popular declara culpable al celador de Olot de once asesinatos de ancianos

  • El veredicto subraya que Joan Vila sabía perfectamente lo que hacía al matar.
  • No se han creído que tuviera alteraciones mentales ni que actuase por pena.
  • El jurado aplica al acusado el atenuante de confesión de los asesinatos.
  • Los nueve miembros del jurado popular han votado de manera unánime.
El celador de Olot Joan Vila, acusado de asesinar a los ancianos que cuidaba en la residencia La Caritat, durante la tercera jornada del juicio.
El celador de Olot Joan Vila, acusado de asesinar a los ancianos que cuidaba en la residencia La Caritat, durante la tercera jornada del juicio.
Marina López/ACN
El celador de Olot Joan Vila, acusado de asesinar a los ancianos que cuidaba en la residencia La Caritat, durante la tercera jornada del juicio.

El jurado popular ha declarado al celador del geriátrico de Olot culpable de once asesinatos con alevosía (tres de ellos, también con encarnizamiento) y no se cree que Joan Vila matase a los ancianos por pena.

En un veredicto sin fisuras -todos los puntos se han acordado por unanimidad- los nueve miembros del jurado han concluido que Vila sabía perfectamente lo que hacía cuando acababa con las víctimas haciéndoles ingerir lejía, administrándoles un cóctel de barbitúricos o inyectándoles una sobredosis de insulina.

El jurado, no obstante, ha apreciado para cada crimen un atenuante de confesión, porque cree que la declaración de Vila fue "relevante" para imputarle las muertes, aunque que el celador las admitiese a remolque de la investigación.

El celador que quiso ser ángel de la muerte

El celador del geriátrico La Caritat de Olot Joan Vila, el asesino confeso de once ancianos que estaban a su cuidado, ha intentado, desde su detención en 2010, presentarse como alguien que actuaba por compasión, como si fuera un ángel de la muerte.

Joan Vila confesó que, entre 2009 y 2010, asesinó a once ancianos hasta que fue descubierto, cuando a su última víctima le detectaron quemaduras en la boca que se atribuyen a la lejía o ácido que el homicida le hizo tragar.

Después de su detención vinieron las confesiones hasta hilvanar una relación de once ancianos asesinados, aunque la defensa sólo acepta tres y alega que el estado de putrefacción de los cuerpos exhumados impide confirmar el resto de casos.

Su estado psíquico, clave

El estado psíquico del celador ha sido, por lo tanto, la clave sobre la que ha girado el juicio celebrado en las últimas dos semanas en la Audiencia de Girona, con el fin de determinar si Joan Vila actuó por compasión ante la fragilidad física de unos pacientes a los que asegura que apreciaba o si actuó como un asesino sin piedad.

Vila ha actuado, en todo momento, en función de sus intereses y se ha presentado como una persona sensible, que cuidaba con cariño a los residentes de La Caritat y a quien le resultó imposible percibir que acabar con la vida de terceros, indefensos, resulta del todo injustificable.

Pero, de una u otra manera, los once crímenes, cometidos entre agosto de 2009 y octubre de 2010, convierten a Vila en uno de los asesinos en serie más destacados de la historia reciente de España.

El celador de Olot pone su nombre por detrás del de Manuel Delgado, el arropiero, que reconoció que había acabado con la vida de 48 personas entre 1964 y 1971; José Antonio Rodríguez, el mataviejas, que mató a dieciséis ancianas entre febrero de 1987 y abril de 1988; y Francisco García Escalero, el mendigo asesino, quien confesó trece muertes en Madrid entre 1987 y 1993.

Llegó a pedir perdón

"Moralmente, pensaba que estaba actuando correctamente, aunque legalmente no era correcto", fue la declaración de Joan Vila durante el juicio. Vila reiteró que sólo tuvo conciencia de sus crímenes en la cárcel y que, anteriormente, nunca se sintió culpable, porque creyó que daba "paz" a las víctimas.

La falta de móviles económicos ha sido también esgrimida por la defensa del celador, cuya actitud con los enfermos ha sido elogiada por la mayoría de familiares de ancianos y por sus compañeros de trabajo.

Ángel de la muerte o asesino ha sido la verdadera cuestión lanzada durante dos semanas a los miembros del jurado popular con una declaración final de Vila: "Sólo quiero pedir perdón por todo lo que he hecho y por haber llegado a estos extremos.

El veredicto del jurado popular

Durante una hora y diez minutos el jurado popular ha desgranado cada uno de los crímenes que Joan Vila cometió. Poco antes de las 5 de la tarde, la portavoz del jurado ha comenzado a dar lectura al veredicto de 99 preguntas. Tras dos semanas de juicio y de escuchar más de 120 declaraciones tanto de testimonios como de peritos, el jurado ha estado poco más de 12 horas deliberando.

El jurado considera que en todos los crímenes Vila abusó de la confianza que le tenían los internos y se aprovechó del hecho de que eran personas mayores, en su mayoría grandes dependientes, que no tenían posibilidad de defenderse. "Las víctimas no desconfiaban de los productos que Joan Vila les hacía tomar y, por su falta de salud, no podían defenderse porque se econtraban completamente desvalidos", ha declarado probado el jurado popular.

Uso de métodos crueles

El tribunal popular también ha declarado probado que el celador actuó con especial crueldad en los tres últimos crímenes. Se han remitido a las declaraciones de los médicos de urgencias y de los forenses que aseguraron que morir por ingesta de cáusticos provoca una muerte "insoportable".

El veredicto no recoge que Joan Vila sufriese alteraciones psíquicas que justificasen que, en el momento de cometer los crímenes, no fuera consciente de estar asesinando a los ancianos. El jurado popular se ha basado en la declaración de la mayoría de psiquiatras y psicólogos que declararon en el juicio y que explicaron que Joan Vila mataba porque así se sentía "poderoso, como Dios".

Asimismo, el jurado no se ha mostrado favorable a que se le conceda indulto alguno ni a que le apliquen beneficios penitenciarios.

El máximo tiempo entre rejas

El fiscal, Enrique Barata, ha mantenido la petición global de 194 años de cárcel para los once asesinatos. También ha mantenido la petición de 530.000 euros de indemnización para los familiares de las víctimas. Las tres acusaciones particulares que representan a nueve de las familias se han adherido a la petición de la fiscalía.

Inicialmente las acusaciones elevaban la petición a 202 años de prisión porque no se apreciaban los atenuantes de confesión en buena parte de los crímenes.

La defensa, ejercida por el letrado Carles Monguilod, cree que el magistrado puede interpretar las confesiones como atenuantes y ha pedido al tribunal que imponga a Joan Vila la pena mínima prevista por la ley.

Monguilod, que ya ha abierto la puerta a recurrir la sentencia, ha explicado que Joan Vila está "hundido" porque sabe que le caerán muchos años de cárcel y continúa manteniendo que mató a los ancianos para "ahorrarles el sufrimiento".

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