El rey Guillermo Alejandro toma el trono de los Países Bajos con emoción y solemnidad

El rey Guillermo Alejandro y la reina Máxima de Holanda en el momento del juramento.
El rey Guillermo Alejandro y la reina Máxima de Holanda en el momento del juramento.
EFE
El rey Guillermo Alejandro y la reina Máxima de Holanda en el momento del juramento.

Holanda, un territorio con 16,7 millones de habitantes y que engloba a Holanda, Aruba, Curaçao y Sint Maarten, vive este martes un día histórico. La corona ha cambiado de manos: Beatriz de Orange cierra un ciclo de 33 años de reinado y en su lugar su hijo Guillermo Alejandro IV ha sido proclamado nuevo rey de los Países Bajos.

El acto de abdicación de la reina Beatriz tuvo lugar a las 10.00 de la mañana en el salón de Moisés del palacio real de Ámsterdam, llamada así por la pintura mural que preside la sala, Moisés elige el consejo de los setenta ancianos, de Jacob de Wit (1737). Frente al palacio, en la plaza Dam de la capital holandesa, miles de personas lucieron en gorros, banderas, pañuelos y guirnardas el color naranja de la casa regente, los Orange, para recibir a su nuevo soberano.

La firma del acta de abdicación fue una ceremonia civil en la que participaron los miembros del gobierno, entre ellos el primer ministro de Holanda, el liberal Mark Rutte, los presidentes del Senado y el Congreso de los Estados Generales de los Países bajos, al igual que los ministros, el vicepresidente del Consejo de Estado del Reino, diputaciones de Aruba, Curaçao y Sint Maarten.

"Hoy dejo sitio a una nueva generación. Mi hijo asume hoy la responsabilidad de esta nueva función", dijo la reina Beatriz, visiblemente satisfecha, que ha pasado a ser princesa de los Países Bajos con tratamiento de alteza real.

Beatriz eligió un vestido de color berenjena para renunciar al trono y despedirse de la corona, en tanto que la nueva reina, Máxima de Holanda, una argentina que renunció a su nacionalidad para casarse con el heredero a la corona, vistió de rosa palo.

Muestras de cariño y complicidad

Durante la firma, todos se mostraron felices y sonrientes, y los dos nuevos regentes intercambiaron miradas de emoción y complicidad.

También hubo mucho cariño entre Beatriz y su hijo, que se estrecharon las manos en varios momentos.

En todo momento, los nuevos reyes de Holanda estuvieron acompañados de sus tres hijas. Curiosamente, Catalina Amalia, Alexia y Ariane, vestidas de forma idéntica, llevaban un diseño español de la firma Pili Carrera. Los vestiditos fueron confeccionados en jacquard amarillo, con cuello barco, lazo en la cintura y espalda cruzada con botones de cristal, armado con un volante de tul y diadema a juego coronada con una flor amarilla.

Tras el acto de abdicación, la mayor de las niñas, Catalina Amalia, de 9 años, se convirtió en la princesa de Orange, heredera del trono holandés.

Después de finalizar esta breve ceremonia, Guillermo-Alejandro de Orange se convirtió a sus 46 años en el monarca reinante más joven de Europa. Acto seguido, los nuevos reyes de Holanda salieron al balcón del palacio real de Amsterdam adornado con naranjas y rosas de ese mismo color y para saludar a los miles de neerlandeses que les recibieron con una ovación.

"Querida madre, hoy he tomado el relevo del trono y te estoy agradecido, inmensamente agradecido por todos estos años", dijo en el balcón el nuevo soberano, que también tuvo palabras para sus súbditos: "en nombre también de la reina, les agradezco a ustedes todo el apoyo y la confianza".

Una no-coronación solemne

En contraste con la actitud distendida y feliz de la firma del acta de abdicación, la ceremonia de investidura del nuevo rey que tuvo lugar en la Nieuwe Kerk (iglesia nueva) de Ámsterdam fue solemne y protocolaria, aunque menos que en otras monarquías.

El desfile de los 2.000 invitados se prolongó durante más de 1 hora, y contó con la presencia de los príncipes herederos de 18 casas reinantes del mundo. Entre ellas destacó el príncipe  Carlos de Inglaterra y la duquesa Camilla de Cornualles, Haakon y Mette Marit de Noruega, Victoria y Daniel de Suecia y Federico y Mary de Dinamarca. Muy especial fue la presencia de la princesa Masako, que, acompañada de su esposo, Naruhito, participó en su primer acto público en muchos años, a causa de la depresión que padece.

También acudieron, aunque sin acompañante, la jequesa de Catar,  Moza bin Nasser, la princesa de Marruecos Lalla Salma y el príncipe Alberto de Mónaco.

Letizia, como siempre, fiel a Varela

Los Príncipes de Asturias fueron situados en la segunda fila. Letizia volvió a elegir una creación de su diseñador de cabecera, Felipe Varela: un vestido largo, en seda y tul titanio, con un bordado con microperlas de acero y cristal, sobre el que lucía la Gran Cruz de Carlos III y su banda de princesa de Asturias.

Acompañó su vestido con un tocado en forma de disco ladeado con pétalos de organza y plumas al tono, firmado por María Nieto.

Por su parte, el príncipe de Asturias vestía el uniforme de gala de la Armada española con varias condecoraciones, con la banda de la Orden de Guillermo de Orange, naranja y azul.

Azul y naranja, los colores de la casa de Orange

Todo fue azul y naranja en la ceremonia, en honor a los colores del balsón de la casa Orange. Los adornos florales fueron naranjas, en tanto que la alfombra que llevaba a la iglesia, así como el vestuario de los principales miembros de la casa real, la princesa Beatriz, las princesas Catalina Amalia, Alexia y Ariane, y la reina Máxima, también vistieron de azul.

El rey Guillermo Alejandro cambió el protocolario uniforme de gala militar, que estaba previsto, por un frac con pajarita blanca, sobre el cual, eso sí, llevaba el manto real de armiño y terciopelo bordado.

Aunque los símbolos del poder real —el cetro, la corona y el orbe— estaban presentes cuando el rey prestó juramento, no hubo acto de coronación propiamente dicha, de acuerdo con la tradición protestante del país.

Además, los miembros del gobierno holandés tuvieron un lugar destacado en la ceremonia, portaron otros tantos símbolos del poder regio —la espada y el estandarte— y también prestaron juramento a su nuevo soberano.

Una terminada la ceremonia en el templo gótico se celebrará una recepción en el palacio real de Amsterdam.

A última hora de la tarde los nuevos reyes de los Países Bajos realizarán una travesía real por las aguas del río Ij, tras la que asistirán con sus invitados a una fiesta final en el Muziekgebouw aan't Ij, el Palacio de la Música de Ámsterdam.

 

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