Los fotoperiodistas españoles viven su mejor momento en un exilio obligado

  • Manu Brabo se ha convertido en el segundo español en ganar un Pulitzer gracias a su trabajo en la guerra de Siria.
  • Otros fotógrafos como Samuel Aranda, Emilio Morenetti o Bernat Armangue, premiados por el World Press Photo, están obligados a trabajar en el "exilio".
  • La falta de trabajo en los medios españoles les han llevado a trabajar para agencias y medios extranjeros, donde su trabajo está muy bien reconocido.
Fotografía de un hombre sirio llorando la muerte de su hijo, premio Pulitzer 2013.
Fotografía de un hombre sirio llorando la muerte de su hijo, premio Pulitzer 2013.
Manu Brabo, AP / pulitzer.org
Fotografía de un hombre sirio llorando la muerte de su hijo, premio Pulitzer 2013.

El fotógrafo asturiano Manu Brabo se vio sorprendido el lunes por una gran noticia: haber sido distinguido con el Premio Pulitzer a la "Mejor cobertura gráfica informativa" por su documentación de la guerra en Siria.

"Me ha pillado de sorpresa, aún lo estoy asimilando", reconoció tras saber que había logrado el prestigioso premio de periodismo que concede la Universidad de Columbia junto a sus compañeros de profesión, el mexicano Narciso Contreras, el argentino Rodrigo Abd, el palestino Khalil Hamra y el israelí Mohamed Muheisen, todos ellos de la agencia Associated Press.

¿Qué hacer cuando se llega tan alto? Pues dedicarle el premio a su familia, ("a todos los que se han comido todos mis sustos", explica), al reportero estadounidense James Foley, secuestrado en Siria, y disfrutar de unas merecidas vacaciones.

Brabo llegó hace dos semanas de Siria, donde vivió en primera persona una guerra de castigo a la población civil. "Es una violencia sin sentido", asegura el fotógrafo gijonés. Hace dos años estuvo retenido 43 días en Libia por fuerzas militares de Muamar el Gadafi. Son vivencias que dejan "cicatrices", asegura. Pero merecen la pena.

Es el segundo español en ganar el premio Pulitzer: el primero fue también otro asturiano, Javier Bauluz, en 1995. Y es solo una muestra del elevado nivel del trabajo de los fotoperiodistas españoles, obligados al 'exilio', porque no es posible trabajar para medios españoles.

Sin opciones en España

"Aquí no hay opciones", explica Samuel Aranda, ganador de un premio World Press Photo 2012 por la imagen de un herido en Yemen abrazado por una mujer con burka, publicada por el diario The New York Times, para el que trabaja en exclusiva en estos momentos. "Somos muchísimos españoles los que trabajamos en conflictos internacionales, y nadie lo está haciendo para medios de España, que ni contratan ni compran ni nada", hace notar. "Y los que consiguen publicar algo en España, lo hacen a un precio muy bajo".

En su opinión, los fotógrafos españoles de ahora no son mejores que los de antes, la diferencia está en las nuevas tecnologías, que gracias a ellas ahora es mucho más fácil trabajar para medios extranjeros y su trabajo es mucho más visible a nivel internacional.

Samuel Aranda, que trabajó un tiempo para 20minutos, vivió con 19 años en Palestina. En Gaza comenzó a entablar relaciones con agencias francesas, luego tuvo un encargo de un periódico alemán... Así se abrió paso en el mercado internacional.

Ante el intrusismo, la fiera competitividad de esta profesión y la facilidad de la información gracias a las nuevas tecnologías, los fotógrafos viajan allí donde es más difícil contar noticias, países en conflicto. Por eso son frecuentes los profesionales españoles que van a Oriente Medio, donde además sus rasgos físicos les facilita mucho el trabajo.

"Ser moreno ayuda a pasar desapercibido", admite Samuel, que ahora trabaja en Yemen. "Además me defiendo en árabe, que es importante para moverte. La cultura musulmana es muy hospitalaria, la gente es muy amable, son muy amistosos y fáciles de fotografiar. Yo me siento muy a gusto con ellos".

Viajar a estas zonas siempre es un riesgo y la precariedad siempre está presente, pero Samuel cree que no pueden quejarse. "Sufrimos la misma precariedad que están sufriendo en España muchas otras profesiones, como los camioneros o los médicos, y en cuanto a riesgos, corremos los mismos que un bombero y nadie les da premios", asegura. "Tenemos una profesión como la de otro cualquiera".

Otros ganadores del World Press Photo

Este año, otros tres españoles han resultados premiados en el World Press Photo. El barcelonés Bernat Armangué, que trabaja desde 2005 para Associated Press, se llevó el primer premio en la categoría 'Historias breves' por la imagen de una explosión en Gaza.

También trabaja para esta misma agencia el zaragozano Emilio Morenatti, criado en Jeréz de la Frontera, que se llevó el tercer premio en el apartado de 'Hechos contemporáneos' por una foto de las protestas que tuvieron lugar en Barcelona en marzo de 2012. Morenatti ya obtuvo en 2008 una mención de honor del World Press Photo y fue nombrado Fotógrafo del año por su agencia. Sus méritos no son pocos: en 2006 fue secuestrado en Gaza y tres años más tarde sufrió la amputación de un pie en un atentado mientras viajaba con el ejercito estadounidense en Afganistán.

El pamplonica Daniel Ochoa de Olza, también fichado por Associated Press, se alzó con el segundo premio en 'Retratos', por una imagen del torero Juan José Padilla ajustándose su montera.

En 2011, el catalán Guillem Valle fue destacado por el World Press Photo en la categoría de retratos con un tercer premio gracias a una impactante fotografía de Sudán. Actualmente está viviendo en Tailandia y cubre el área del sudeste asiático.

Y muchos otros fotógrafos hacen día a día una labor extraordinaria en información internacional sin haber ganado el Pulitzer ni el World Press Photo, como Maysun (una de las pocas mujeres que ha cubierto conflictos o desastres naturales en Birmania, Tailandia, Palestina, Líbano o Siria), Diego Ibarra (Paquistán), José Luis Cuesta (Nueva Dheli), Andrés Martínez Casares (Haití) o Arturo Reyes (Tailandia).

Mención aparte merecen los periodistas Alberto Arce y Ricardo García Vilanova, que ganaron el año pasado el premio de periodismo británico The Rory Peck Trust con su documental Misrata, vencer o morir, grabado en Libia durante la revolución contra el régimen de Gadafi.

Y Jordi Ruiz Cirera, especializado en retratos, que recibió en 2012 el premio Taylor Wessing Photographic Portrait Prize otorgado por la National Portrait Gallery de Londres, un prestigioso certamen de retratos con mayor dotación económica del mundo en premios.

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