Ratzinger y Bergoglio, dos caras de una moneda 'papal'

  • El papa Ratzinger deja la Iglesia al hombre que se sacrificó para que él fuera Santo Padre, su 'rival' Bergoglio.
  • Francisco es más humilde y más centrado en la acción que Benedicto, que fue un papa volcado en los estudios y la teología.
  • Ambos comparten un pasado empañado por su relación con los régimenes autoritarios y un carácter conservador.
Benedicto XVI recibe a su futuro sucesor Jorge Mario Bergoglio, ahora Francisco, en una audiencia de 2007.
Benedicto XVI recibe a su futuro sucesor Jorge Mario Bergoglio, ahora Francisco, en una audiencia de 2007.
GTRES
Benedicto XVI recibe a su futuro sucesor Jorge Mario Bergoglio, ahora Francisco, en una audiencia de 2007.

Caprichos del destino: Ratzinger fue papa gracias a la renuncia de Bergoglio y ahora Bergoglio es papa gracias a la renuncia de Ratzinger. ¿O es que Ratzinger ha devuelto el favor que le hizo el arzobispo de Buenos Aires?

En 2005, tras la muerte de la muerte de Juan Pablo II, el cónclave se reunió bajo la cúpula de la Capilla Sixtina para decidir quién sería el próximo Santo Padre. Ratzinger lideró la primera votación con 47 votos, Bergoglio reunió 10, en segunda posición. En la segunda, Ratzinger quedó muy cerca de los dos tercios necesarios en tanto que el arzobispo argentino lograba 35 votos.

Tras la tercera votación hubo un receso, en el cual Bergoglio pidió a sus votantes "casi entre lágrimas" que se abstuvieran de apoyarle, para así dar la victoria a Ratzinger, reveló el periodista Marco Tosatti, vaticanista del diario La Stampa. Finalmente, la cuarta votación proclamó un nuevo Padre de la Iglesia: Benedicto XVI.

Idas y venidas entre Ratzinger y Bergoglio

Después de la elección de Ratzinger, la relación entre ambos parecía buena pero en 2006 se produjeron algunos 'roces'. Ese año Bergoglio suspendió un viaje al Vaticano, en el que se iba a reunir con Benedicto XVI.

Nunca se confirmaron las razones de dicha cancelación pero algunos medios recordaron que el portavoz de Bergoglio, Guillermo Marcó, había cuestionado al papa en una entrevista, a causa de un discurso que levantó ampollas entre los musulmanes. Se criticó que Bergoglio no hubiera reprendido a su portavoz por tales declaraciones.

No obstante, al año siguiente Ratzinger recibió a Bergoglio y otros tres obispos argentinos, y los medios aseguraron que los cuatro salieron "muy contentos" de la reunión.

En diciembre de 2011, Bergoglio presentó su renuncia al arzobispado de Buenos Aires por alcanzar el límite de edad (según la ley eclesiástica, 75 años), y Benedicto prorrogó su mandato dos años más. Fue una deferencia con la que parecía limar las rozaduras pasadas.

Al llegar la sorprendente noticia de la renuncia de Benedicto XVI, Bergoglio declaró que su decisión fue "un gesto revolucionario, un cambio en 600 años de historia" y afirmó que "se trata de una decisión muy pensada delante de Dios y muy responsable por parte de un hombre que no quiere equivocarse él o dejar la decisión en manos de otros".

Dos días antes de dejar definitivamente la Santa Sede, Benedicto XVI designó a Bergoglio miembro de la Pontificia Comisión para América Latina (CAL), y agregó así un nuevo cargo al arzobispo en el Vaticano.

Sus diferencias: un teológo frente a un hombre de acción

Ratzinger y Bergoglio tienen poco en común. Para empezar, diez años de diferencia: el alemán nació en 1927 y el argentino, una década más tarde, en 1936.

Dicen que los zapatos es el espejo del alma. Sí es así, los dos Pontífices no podrían ser más opuestos. Bergoglio es un hombre humilde, siempre viaja en transporte público y en clase turista y ha sido el único sacerdote que llegó andando al Vaticano el día en el que le iban a consagrar como cardenal. Cuentan en los medios argentinos que antes de que el cardenal porteño viajara al Vaticano para participar en el cónclave, le obsequiaron con un par de zapatos nuevos porque los que se llevaba estaban muy gastados.

Ese poco interés por su calzado constrasta con la afición de Benedicto por sus zapatos rojos, siempre pulcros y bien cuidados. Muchos fueron los que le obsequiaron con distintos modelos, sabiendo el aprecio que sentía por ellos. Incluso se llegó a decir que había calzado unos Prada, algo que el Vaticano finalmente desmintió.

Ratzinger siempre tuvo altas aspiraciones: nacido en Baviera, hijo de un oficial de policía, quiso ser cardenal desde niño, a diferencia de Bergoglio, que nació en el barrio porteño de Flores, hijo de inmigrantes italianos (un trabajador ferroviario y una ama de casa), y antes de ser cardenal fue técnico químico y profesor de literatura.

Dicen que el nuevo papa es austero, le gusta comer solo, que tiene un fuerte carácter y que trata de ser claro y suave en el diálogo. A Bergoglio le gusta el tango y es forofo del San Lorenzo; Ratzinger es más exquisito: es un experto pianista, adora a Mozart, y se sintió muy interesado por Dostoievski y el neo-kantismo.

Ratzinger ha sido un teólogo, un estudioso interesado en escribir libros y rebatir asuntos como el limbo, la presencia del buey y la mula en el pesebre de Belén o el origen de los reyes magos, y ha sido continuador de la política eclesíastica de Juan Pablo II.

Bergoglio, en cambio, se declara 'misionero', un hombre de acción que se ha entrometido más de una vez en asuntos políticos por clamar contra la desigualdad social y denunciar la pobreza, lo que le ha llevado a una relación 'complicada' con los diversos gobiernos argentinos. Y aseguran que está más en consonancia con la línea de Juan XXIII, que con sus dos antecesores.

Por otra parte, Ratzinger siempre fue un firme candidato papal y Bergoglio siempre ha sido considerado un cardenal "de perfil bajo".

Relacionados con regímenes autoritarios

En cambio uno y otro papa comparten un pasado empañado por su relación con regímenes totalitarios y autoritarios; los nazis, por parte de Ratzinger (perteneció, siendo adolescente y de forma forzada, a las Juventudes Hitlerianas), y la dictadura argentina, por parte de Bergoglio, a quien acusaron de 'colaboracionismo' con la 'guerra sucia' llevada a cabo por la misma. Se dice que mantuvo silencio ante las violaciones de los derechos humanos vulnerados entonces e incluso se le llegó a relacionar con el secuestro de unos sacerdotes jesuitas, si bien las acusaciones no generaron ninguna imputación.

Ambos pontífices, Francisco y Benedicto, también comparten una actitud conservadora en temas 'calientes' como el matrimonio homosexual (Ratzinger lo tachó de amenaza contra la humanidad, y Bergoglio de una iniciativa "movida por el diablo") o la reproducción (el alemán negó que el preservativo fuera útil para combatir el sida y el italiano se opone rotundamente a la inseminación artificial). Bergoglio es un poco más tolerante con el uso de preservativos (los apoya para evitar el embarazo pero se opuso a su distribución gratuita en Argentina) pero se opone tajantemente a la eutanasia, a la que considera como "cultura de la muerte".

A fin de cuentas, en palabras del cardenal chileno Jorge Medina, todos los papas deben ser "conservadores y nunca liberales en la doctrina de la iglesia".

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