Los días se pasan con excesivo sueño y deseando que llegue la noche para descansar. Sin embargo, éstas se hacen largas y, más que un descanso, suponen inquietud y malestar.

Aunque es una enfermedad prácticamente desconocida, la apnea del sueño puede llegar a ser una enfermedad mortal si no se trata a tiempo.

De origen griego, la apnea impide caer en los brazos del dios del mismo origen, Morfeo.

La alarma salta cuando el afectado ronca de forma habitual, se queda dormido inesperadamente (durante una conversación, al volante...) o al despertar siente que no ha descansado nada.

Son los síntomas más claros de este trastorno, que se caracteriza por la obstrucción momentánea de las vías respiratorias en horas de sueño.

Aunque no suele ser por más de cinco o diez segundos a la hora, se dan casos en los que pueden llegar a provocar paradas de hasta 100 segundos por hora.

Sólo entre el 5% y el 9% de los casos se están tratando adecuadamente.

Las consecuencias: accidentes laborales y de tráfico.

Dos de cada tres accidentes están relacionados con la somnolencia y la apnea aumenta hasta diez veces el riesgo de sufrir accidentes de tráfico.

Vista al presente: Margarita Fernández. Farmacéutica, 49 años.

Le diagnosticaron hace casi un año este trastorno.

"Me diagnosticaron la enfermedad hace nueve meses. Roncaba muchísimo, notaba malestar, por las noches no descansaba y de día estaba muy nerviosa. Así pasé casi diez años, en los que el problema se iba agudizando. Yo no lo notaba, pero la gente me decía que, mientras dormía, hacía muchas pausas en las que parecía que me ahogaba. Un médico decidió hacerme las pruebas, que confirmaron que padecía apnea. A la semana de empezar a usar la mascarilla –CPAP (la que muestra en la foto)– noté un cambio impresionante. Soy otra persona mucho más activa y sociable. Sé que en mi caso no tiene cura porque se debe a la forma del paladar y de la barbilla; es algo que no tiene solución, pero hago una vida completamente normal y es lo único que necesito. Ahora descanso y dejo descansar a los demás».

... Mirada al futuro: Mª Josefa Díaz. Unidad de trastornos del sueño hospital 12 de Octubre (Madrid) y vicepresidenta de Neumomadrid.

En el momento en que se diagnostica, lo más importante es tomar una serie de medidas generales para reducir al máximo estos lapsos respiratorios, como evitar la obesidad, eliminar tabaco y alcohol y nunca automedicarse. Si se respetan estas medidas y se mantiene un horario regular de sueño, el trastorno se controlaría en gran medida y el enfermo podría llevar una vida completamente normal. Existen dispositivos, como el CPAP (presión positiva continua en vía aérea), que ayudan a los enfermos a descansar. Con una mascarilla se introducen ‘soplos’ continuos de aire para mantener abiertas constantemente las vías respiratorias y evitar las apneas. Es lo único realmente efectivo para controlar la enfermedad, aunque se están investigando alternativas como la cirugía que, por el momento, sólo se recomienda para jóvenes y adolescentes y aún no se aplica de forma general.