La Consellería de Medio Ambiente, Territorio e Infraestruturas ha explicado que dará este año el "impulso definitivo" a la variante de Noia, que unirá la vía de alta capacidad (VAC) Brión-Noia con la carretera AC-550, con un presupuesto de más de 13 millones de euros, lo que permitirá sacar del casco urbano a más de dos millones de vehículos.

La infraestructura, que cuenta con tres viaductos, permitirá dar continuidad a los vehículos que van hacia la localidad coruñesa de Porto do Son, sin tener que atravesar la población noiesa, lo que implica un ahorro medio del 71 por ciento con respecto al recorrido actual.

En su visita a las obras, el conselleiro de Medio Ambiente, Agustín Hernández, ha concretado que el cronograma de la obra se está ejecutando según lo previsto. Por otra parte, ha señalado que en la actualidad, los viaductos, que suponen el 88 por ciento de la obra, se encuentra "muy avanzados".

La principal estructura de la obra es el viaducto que cruza la ría desde el Puerto de Testal hasta A Barquiña, con una longitud de 1,7 kilómetros. Así, este viaducto ya tiene colocado en la mitad de su recorrido el tablero que sustentará la futura calzada de circulación.

En cuanto al viaducto que sirve como unión entre Brión y Noia, de 350 metros, ya tiene ejecutados los dos ramales de incorporación y salida a la glorieta existente, sin embargo, el tramo central de la estructura se iniciará cuando el puente central sobre la ría se encuentre más avanzado.

El tercer viaducto situado en las proximidades del aparcamiento de un centro comercial (kilómetro 3,2), que sirve para que el nuevo vial se cruce a distinto nivel con la carretera de acceso al puerto de la Barquiña, está completamente ejecutado, a falta únicamente de los remates.

Variante ambiental

Con respecto a la protección ambiental, Agustín Hernández ha señalado que durante la ejecución de las obras, se están desarrollando diferentes labores de vigilancia ambiental que suman más de 600.000 euros de inversión.

Según ha señalado Medio Ambiente, las singularidades que presenta la ría, tanto desde el punto de vista ambiental como desde el punto de vista socioeconómico, exigen que las medidas de protección diseñadas minimicen las afecciones que la obra pueda generar sobre las aguas.

Así, durante el desarrollo de la actuación, se están empleando sondas y boyas para el control de calidad de las aguas, con capacidad de análisis y registro de los principales parámetros, sistema que permite conocer a tiempo real cualquier incidencia de las obras.

Asimismo, una vez que las obras finalicen, los controles ambientales se prologarán durante unos cinco años, aunque esta duración podrá ser modificada en función de la evolución de los resultados y conclusiones obtenidas en el procedimiento, según explica la Xunta, siempre bajo la opinión previa favorable de la Consellería do Mar.