Uno de los vecinos destapó esta situación al denunciar irregularidades en los bajos A, B y C del citado inmueble, después de la inundación del subterráneo y la caja del ascensor con aguas residuales. Al parecer, las cañerías de las pseudoviviendas desembocaban en una arqueta situada en un cuarto de máquinas y de ésta se bombeaba a la red general de edificio. Al fallar la bomba, se delataron las condiciones de la instalación.
Varios propietarios afirman que los trasteros han estado habitados durante cerca de un año por una familia de etnia gitana, un hombre divorciado y un inmigrante cubano y señalan que pagaban entre 300 y 400 euros al mes en concepto de alquiler. El inicio las acciones legales –añaden– supuso su desalojo; aunque no sin resistencia, subrayan las mismas fuentes, ya que a uno de los inquilinos le llegaron a cortar la luz y el agua como medidas de presión para que marchara.
Según explicaron, el interior de los trasteros estaba acondicionado para su uso como residencia con un pequeño salón dotado de cocina americana y un baño. Además, dos de ellos daban a dos amplias terrazas.
Un rosario de reclamaciones
El resto de los pisos de Boggiero, 107, que Fincas Atlanta se atribuye en el portal, no se libran de denuncias. Su propietaria más antigua, Laura Largo, una zaragozana de 37 años, asegura que desde que entró a vivir, el 21 de marzo de 2003, en su vivienda ha sido un «no parar de reclamar». Asegura que ya en el primer año le levantaron el suelo de parqué tres veces por una fuga en la calefacción y advierte: «Intentan que pasen dos años en canciones y se pase el plazo en las faltas leves». La empresa declinó realizar declaraciones.
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