Manuel Díaz y Paula Antúnez saben lo que es pasarlo mal. Por eso, y pese a los problemas que han tenido que afrontar, decidieron dar un paso adelante para paliar una situación extrema como es el hambre. Pero no en países del Tercer Mundo, donde es una auténtica pandemia, sino en las calles de Valencia, donde ya aflora a los ojos de cualquier peatón.
Cada domingo, una enorme cola se forma en la calle Gregorio Gea. La componen personas sin recursos a quienes esta pareja ofrece un plato de comida. Bautizaron la iniciativa con el original nombre de El macarrón solidario, por el ingrediente que da nombre al guiso que preparan cada semana.
Hace cuatro años, Manuel vivía detrás de la Escuela Oficial de Idiomas y cada día veía la situación de penuria en la que malvivían decenas de subsaharianos en las antiguas naves de Bombas Gens. “Algo había que hacer. Un día les llevé una bandeja de paella y, al ver la alegría que mostraron, decidimos hacer macarrones cada domingo y repartirlos en un jardín”, relata.
Manuel y Paula empezaron con 10 raciones y llegaron a repartir hasta 40, pero pronto necesitaron ayuda porque la iniciativa se desbordó y ya van por 110. “Contactamos con empresas: una nos enviaba pasta, otra tomate, otra las bandejas...”, cuenta Manuel.
A sus 51 años, ha pasado por trances muy complicados. "Desde hace dos años vivimos de alquiler porque perdí la casa y el coche. Tenía una empresa y fue mal. Además, todos los meses me quitan 900 euros de sueldo por un embargo", explica. Su mujer, argentina, vino a España hace siete años y estuvo un mes viviendo en la calle, por lo que para ambos es fácil ponerse en la piel de sus comensales.
“La gente nos conoce, nos ve, nos escucha y se apunta a ayudar. Nos organizamos en grupos de 10 personas para cocinar y repartir porque todos no cabemos”, añade. En su blog elmacarronsolidario.blogspot.com.es cuentan sus vivencias y permiten colaborar a quien se preste a ello.
Cada vez más familias en apuros
Manuel explica que, al principio, atendían a muchos africanos, pero cada vez se están encontrando a más españoles en situación de penuria económica. “Viene gente mayor e incluso familias enteras con niños pequeños”. Desde hace un tiempo, El macarrón solidario cuenta con la ayuda de los alumnos de un colegio, que acuden a echar una mano en la cocina y con el reparto. Tienen entre 14 y 17 años. “A veces se van llorando porque nunca habían visto nada parecido”, confiesa Manuel.
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