La asociación de protección animal El Refugio ha denunciado, en una nota de prensa, las deplorables condiciones en las que están obligados a vivir miles de perros de caza en toda España.

Muchos de ellos viven continuamente atados, sin posibilidad de moverse y tumbados sobre sus propias heces.

Además, deben alimentarse de la comida que les tiran "de vez en cuando" (en ocasiones viva, para "picarlos").

Esta es la situación que El Refugio detectó, por ejemplo, en el Centro de Rehalas Municipal de Los Yébenes (Toledo). Sin embargo, la asociación asegura que el de Rehalas no es un caso aislado.

Vivir encandenado

El Refugio había recibido varios avisos telefónicos sobre el estado lamentable en el que se encontraban los perros en el centro de Los Yébenes.

A petición de la Asociación, el Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil (El Seprona) acudió al lugar para comprobar 'in situ' las diferentes denuncias.

Lo que encontró fue "unos cuarenta habitáculos en pésimas condiciones higiénicas y cientos de animales encandenados al suelo y a las paredes, sin posibilidad alguna de realizar ningún movimiento".

Las cadenas son a veces tan cortas que casi no pueden ni incorporarse y hasta 30 ejemplares -de los 200 que puede mantener el centro- pueden vivir hacinados en cada habitación.

El Departamento Jurídico de El Refugio ha informado a El Seprona los hechos y se personará como acusación en el procedimiento contra el centro, que también se utiliza como perrera municipal y depende del Ayuntamiento de Los Yébenes.

Además, ha pedido a la Real Federación Española de Caza, a los Ayuntamientos, Comunidades y a la Guardia CIvil un control estricto de los lugares donde se almacenan perros.

Los españoles, poco proclives a la caza

La caza no es muy apreciada por los españoles. Así lo demuestra la encuesta realizada para El Refugio por la empresa especializada IKERFEL, que indica que tan solo el 14% de los españoles esta a favor de la caza, mientras que el 68% está en contra.

Son las clases altas las que más la defienden y practican (un 23%), mientras que la clase baja tan sólo está a favor de su práctica el 8%.