Hijo de un pastor evangélico, Stephan Doitschinoff (Sao Paulo - Brasil, 1977) creció en un ambiente estrictamente religioso, con el lenguaje visual de la iconografía  cristiana. En la adolescencia comenzó a rebelarse contra la omnipresencia de la religión en su vida y ahora, como artista autodidacta, ha desarrollado un estilo que hermana el arte barroco religioso de su herencia cristiana con el folclore pagano afrobrasileño.

La editorial Gestalten de Berlín (Alemania) inaugura en su galería el día 21 de septiembre Heri, Hodi Cras (en latín, Ayer, hoy, mañana) una exposición del trabajo de Doitschinoff, considerado uno de los artistas actuales más representativos de Brasil.

En uno de sus cuadros, Cristo aparece caracterizado como una pieza de carnicería lista para trocear, una denuncia del artista de la comercialización de los ritos ancestrales del cristianismo. En las obras atestadas de símbolos hay críticas ácidas a la sociedad moderna, a la política y a la religión, en particular a lo que  el brasileño considera la mercantilización de la fe y el poder espiritual de las iglesias para controlar a las masas.

Estudia la relación entre lo sagrado y lo profano. Acompañando a los motivos de cada obra siempre hay frases o palabras en latín, con la tipografía de los textos religiosos antiguos. Los colores desvaídos y la sencillez de la línea (un guiño a los manuscritos iluminados de la Edad Media) combinan sin estridencias con el estilo urbano de Doitschinoff, que se inició como grafitero y muralista en su ciudad natal.

La muestra, que estará en cartel hasta el 14 de octubre, acompaña a la publicación de CRAS, la segunda monografía del autor, que recopila pinturas, esculturas, instalaciones y performances de su últimos cuatro años de carrera artística, con reproducciones de detalles que permiten al espectador apreciar la complicada colección de símbolos de las obras.