Quintanilla de Arriba (Valladolid) se consolida como yacimiento de artistas con 15 de sus 180 vecinos dedicados al arte

La última persona en sumarse al elenco de artistas es un joven estudiante de Bellas Artes centrado en la réplica de escudos heráldicos
El mono con el que Quintanilla de Arriba recibió a los ciclistas en 2010
El mono con el que Quintanilla de Arriba recibió a los ciclistas en 2010
PICASA
El mono con el que Quintanilla de Arriba recibió a los ciclistas en 2010

La localidad vallisoletana de Quintanilla de Arriba se ha consolidado este verano como yacimiento de artistas con más de un ocho por ciento de su población dedicada a pintar, esculpir y nutrirse de apuestas que se han visto incrementadas en el último año con propuestas como la del estudiante de Bellas Artes Lucas Redondo Carazo, centrado en la réplica de escudos heráldicos.

A orillas del río Duero, las 180 personas que ocupan las casas de Quintanilla aplauden, encabezadas por el alcalde de la localidad, Tomás Madrazo, la dedicación de una nueva generación de artistas que compagina sus aficiones con la atención que requieren los majuelos.

"Una hora de trabajo en las cepas es más sacrificado que todo un día de actividad en el taller", sostienen los agricultores reconvertidos en creadores.

El primer vecino en dar muestras de estas inquietudes artísticas fue Francisco Arranz Escobar (1946-1995), conocido por la difusión internacional que alcanzó su obra en la década de 1980.

Más de quince años después de su fallecimiento, los amigos y familiares de Arranz le recuerdan anualmente con una comida en la ermita del Cristo del Cabañon, la construcción que él levantó en mitad del campo. En su memoria, además, se celebra el certamen de pintura 'Paco el Pintor', que cumplió el pasado sábado su XIII edición con la asistencia de participantes y curiosos procedentes de toda España.

Por otra parte, en el campo de la escultura destacan los nombres de José Luis Redondo y las cientos de "miniaturas africanas" en las que transforma las ramas de nogal, encina y sabina que acumula en su garaje; Félix Sanz Gimeno y sus figuras de madera a tamaño real, y Martín Redondo Arranz, octogenario creador de la virgen de piedra y los candelabros que adornan la iglesia de la Asunción.

"Aquí cada uno aporta lo que puede para embellecer el pueblo", sostienen los artistas. De hecho, esta semana han descubierto juntos una nueva escultura que Sanz Gimeno ha realizado en homenaje a los burros y que pasa ahora a acompañar la imagen del "atrevido primate" al que dio forma en 2010, cuando decidió saludar a los ciclistas de 'La Vuelta a España' con motivo de su paso por la principal calle del municipio.

Otros vecinos como María Gago, Rita Cobos o Esther Aguado se inclinan por los paisajes al óleo, mientras que la fabricación de maquetas es la apuesta que desde hace décadas hacen Mariano Gila e Ignacio Dodero con estilos "muy diferentes".

Trabajos en forja, cerámica y cestería tampoco faltan en el listado de creaciones de Quintanilla. Y es que, tal y como reconoce el propio alcalde de la localidad, Tomás Madrazo, lo "habitual" en este municipio es descubrir que cada verano surgen nuevos e improvisados museos de un arte local que nace y crece a orillas del Duero.

Elaboración artesanal de escudos

El último en sumarse al elenco de artistas, Redondo Carazo, trabaja estos días rodeado por un conjunto de discos apilados en forma de gusano, una serpiente construida con los tornillos de una vía de tren en desuso y "subjetivas" interpretaciones pictóricas de obras de Goya. Todo ello "da color" a la estancia donde el joven de 23 años da forma a sus obras heráldicas.

Para este ruchel —sobrenombre con el que se conoce a los vecinos de la localidad—, el primer paso en su trabajo es abordar el diseño sobre el papel. Un vez iniciado el proceso, los movimientos siguientes se desarrollan sobre la arcilla que servirá de base para la realización de un molde con yeso.

"Relleno la horma de escayola con cemento y, una vez completado su fraguado y secado, trato el escudo con tintes especiales para conseguir un resultado envejecido o metalizado", ha explicado.

El universitario, que durante el curso académico conduce diariamente los más de 110 kilómetros que separan su casa de la Facultad de Bellas Artes de Salamanca, se plantea como "objetivo a largo plazo" adornar las distintas fachadas de su pueblo.

"Esto último, en cualquier caso, es un proyecto ambicioso", ha asegurado antes de centrarse en el embalado de los lienzos que expondrá el próximo mes de octubre en varios centros cívicos vallisoletanos.

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