Las últimas obras de Rafael llegan al Museo del Prado

  • El Museo del Prado inaugura una exposición única e irrepetible dedicada a los últimos siete años de la vida del genio renacentista.
  • La exposición se organiza gracias a una colaboración con el Museo del Louvre.
Llamada La Perla por Felipe IV por considerarla su pintura más preciada, se atribuye el diseño de la composición a Rafael, que habría delegado en Giulio Romano parte de su realización. Muestra la influencia de Da Vinci en la importancia del paisaje, los contrastes lumínicos y su composición piramidal.
Llamada La Perla por Felipe IV por considerarla su pintura más preciada, se atribuye el diseño de la composición a Rafael, que habría delegado en Giulio Romano parte de su realización. Muestra la influencia de Da Vinci en la importancia del paisaje, los contrastes lumínicos y su composición piramidal.
Museo del Prado
Llamada La Perla por Felipe IV por considerarla su pintura más preciada, se atribuye el diseño de la composición a Rafael, que habría delegado en Giulio Romano parte de su realización. Muestra la influencia de Da Vinci en la importancia del paisaje, los contrastes lumínicos y su composición piramidal.

Fue un niño prodigio, un maestro del perfeccionismo, un talento irrepetible, y su prematura e inesperada muerte, un Viernes Santo en el que cumplía 37 años, interrumpió bruscamente una brillante carrera artística que se encontraba en su cénit.

Este lunes, el Museo del Prado presenta la exposición El último Rafael, que se abrirá desde el martes al público y hasta el 16 de septiembre. Se trata de un esfuerzo único, llevado a cabo junto al Museo del Louvre, por reunir las obras de su mejor época, las que convirtieron al maestro de Urbino en uno de los pintores más influyente del arte occidental.

Se trata de la primera muestra centrada en los años previos a su muerte: un total de 28 dibujos, una pieza arqueológica, un tapiz y un conjunto histórico de 44 pinturas que en raras ocasiones han salido de sus lugares de origen y muchas de las cuales no se han mostrado nunca antes en España. De hecho, algunas de ellas no volverán a ser prestadas, como Santa Cecilia.

Un viaje cronológico

El último Rafael compone un recorrido cronológico que comienza en 1513, cuando Rafael, que tiene 30 años, lleva trabajando en Roma cinco, decorando las monumentales estancias vaticanas.

Con el cambio de pontífice, de Julio II a León X, Rafael asume un nivel mayor de encargos, tanto del Papa como de sus benefactores, y empieza entonces a rodearse de ayudantes. Su taller fue, posiblemente, el mayor de los formados hasta entonces bajo el magisterio de un único gran maestro de la pintura.

A través de seis ámbitos temáticos, el visitante puede observar el desarrollo pictórico y estético de Rafael en los siete años previos a su muerte, en 1520.

Al mismo tiempo, una selección de obras de sus dos seguidores Giulio Romano y Gianfrancesco Penni permite comparar su evolución artística final con la de  sus alumnos; una comparación inédita que delimita las fronteras entre la aportación del maestro y la de sus pupilos. Las obras de Romano y Penni de la exposición fueron realizadas tanto antes de la muerte del artista de Urbino como en los años posteriores a su muerte.

Entre los lienzos que viajan por primera vez a España destacan Baldassare Castiglione (1519), procedente del Louvre, o el cuadro de altar Santa Cecilia (1515-1516), de la Pinacoteca Nazionale de Bolonia.

Entre las que aporta el Prado, sobresale El Pasmo de Sicilia (1515-1516), gran tabla transferida a lienzo que se exhibe por primera vez tras su restauración, y una copia de La Transfiguración, la última gran obra maestra de Rafael, que dejó inacabada antes de morir y que fue terminada por sus alumnos.

Tres genios, una época

Rafael constituye, junto con Miguel Ángel y Leonardo Da Vinci, el trío de los grandes genios del Renacimiento. Sus vidas se cruzaron en distintos momentos, pero la relación entre ellos fue desigual. Mientras que Leonardo y Rafael mantuvieron un productivo intercambio, Miguel Ángel fue el gran rival del artista de Urbino, con el que compitió por decorar las estancias del Vaticano. Miguel Ángel, que detestaba a Leonardo, odió aún más a Rafael, e incluso se le atribuyeron conspiraciones contra él.

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