Cayetano Rivera, un guapo de pura cepa

  • Cayetano Rivera encarna el prototipo de hombre español: rasgos morenos y viriles, toreroy perteneciente a una estirpe de sangre andaluza.
  • Tiene un atractivo al que ni Armani ha podido resistirse.
Cayetano Rivera en un desfile.
Cayetano Rivera en un desfile.
Cayetano Rivera en un desfile.

Mirada penetrante, decidida. Ojos claros que traspasan a todo aquel que se cruza con ellos, más allá de un entrecejo tupido que le aporta una imagen casi salvaje, primitiva. Cayetano Rivera es un hombre con denominación de origen. Un perfecto prototipo de la raza ibérica, viril y moreno. Es reservado, de pocas palabras, introvertido, pero muy seguro de cada uno de los pasos que da. ¿Fue eso lo que encandiló a Giorgio Armani? Los medios de todo el mundo se preguntaron, a principios de 2007, quién era esa belleza morena que desfilaba en Milán entre tímida y bravía para el cotizado diseñador italiano. Había nacido una estrella.

Cayetano nunca fue el preferido. El guapo de la familia siempre fue su hermano mayor, Francisco, incluso desde que eran niños. Era un patito feo con ojos azules que recelaba de las cámaras que, desde su más tierna infancia, perseguían a su familia. No en vano, lleva en las venas la sangre de tres estirpes de rancio abolengo en el mundo de la lidia: los Ordóñez, los Rivera y los Dominguín.

Su padre, Paquirri, le dejó huérfano en la arena cuando él solo tenía siete años. Su madre, Carmina Ordóñez, hija de torero, murió repentinamente veinte años después. Su hermano es torero, como también lo son sus primos, tíos y abuelos. Por obstinación o terquedad, Cayetano se resistió a la tradición familiar durante mucho tiempo. Empleó en ello casi tanta energía como con la que huía del mundo del corazón, al que parecía abocado, teniendo en cuenta las tormentosas relaciones de su madre, y las idas y venidas de sus medio hermanos, Kiko Rivera y Julián Contreras, con los que siempre ha mantenido una buena relación.

Cayetano no es un diestro al uso. Habla fluidamente varios idiomas, colecciona cuadros y es imagen de algunas firmas de lujo. Muchos no adivinarían que pasó su adolescencia en un internado suizo, que estudió algo de Empresariales y también producción de cine en Los Ángeles. Pero, finalmente, la herencia de su sangre pudo con él: sucumbió al toreo, y esa entrada tardía en el mundillo (debutó como novillero a los 28 años) le ha valido unas cuantas cornadas graves, que, lejos de amedrentarle, no hacen sino fortalecer su ímpetu. "Cuando más sufría, más crecía su determinación", aseguró Curro Vázquez, su tío y apoderado, de sus difíciles inicios

Hace unas semanas, Cayetano volvía a ser corneado en Jerez; a los pocos días salió del hospital dispuesto a repetir el día 23 de mayo en Madrid, anhelo que no pudo ser. Nada le detiene, ni siquiera los despectivos comentarios que a veces le han dirigido en la plaza desde que desfiló en Milán: "A torear, a la pasarela". Él, ajeno a los comentarios, pudo aunar su pasión por el cine y el toreo en unas lecciones magistrales que impartió al actor Adrien Brody para la película Manolete. Lástima que se quedara en el limbo...

Corazón templado y discreto

"No coquetea nada, y cuando se enamora, lo hace locamente", afirma Juan Bagration, su amigo de la infancia. Y es que fiel a su discreción, Cayetano ha vivido sus relaciones con templanza y lejos de la prensa. Con la asturiana Blanca Romero vivió una intensa historia de amor: se casaron en noviembre de 2001, él adoptó a su hija, Lucía; y ella, al parecer, le mantuvo alejado del mundo taurino. Su matrimonio solo duró tres años. Más tarde se le atribuyeron romances con Roberta Armani, sobrina del prestigioso diseñador, y con la modelo sevillana Estefanía San Bruno. Pero desde hace unos años, el corazón de Cayetano solo tiene una dueña: la ex Miss España Eva González, ex de Iker Casillas.

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