La estrategia del crecimiento de Hollande gana fuerza como medida anticrisis

El presidente de Francia, François Hollande (i), el presidente de Estados Unidos, Barack Obama (c) y la canciller alemana, Angela Merkel (d), posan durante la foto de familia de la Cumbre G-8 en la residencia presidencial de Camp David (Maryland, Estados Unidos).
El presidente de Francia, François Hollande (i), el presidente de Estados Unidos, Barack Obama (c) y la canciller alemana, Angela Merkel (d), posan durante la foto de familia de la Cumbre G-8 en la residencia presidencial de Camp David (Maryland, Estados Unidos).
EFE
El presidente de Francia, François Hollande (i), el presidente de Estados Unidos, Barack Obama (c) y la canciller alemana, Angela Merkel (d), posan durante la foto de familia de la Cumbre G-8 en la residencia presidencial de Camp David (Maryland, Estados Unidos).

El presidente francés, François Hollande, ha visto este fin de semana cómo la agenda de crecimiento que promulga para Europa ha encontrado a un aliado, al presidente estadounidense, Barack Obama. La sintonía que han mostrado ha cerrado la eterna disputa a ambos lados del Atlántico sobre la mejor estrategia anticrisis en Europa con un compromiso que busca el equilibrio entre la austeridad y la reactivación económica.

"La senda del debate que se ha tomado de forma reciente nos aporta confianza", ha declarado Obama en la comparecencia de prensa que clausura la cumbre del G-8 celebrada en Camp David, a las afueras de Washington.

En la antesala del G-8 eran muchos los que especulaban con que el presidente de EE UU y sus socios no europeos —Canadá, Rusia y Japónpresionarían a los líderes de Alemania, Francia, Italia y Reino Unido para que reconocieran los beneficios de una estrategia que combina los ajustes y el estímulo, como predica desde hace tiempo Washington, pero que no había encontrado eco en Europa.

Ha tenido que llegar al Palacio del Elíseo el socialista Hollande, en un contexto en el que dominan los gobiernos conservadores y en el que varios Ejecutivos han caído por culpa de la crisis y las durísimas políticas de austeridad, para que Obama finalmente viera su gran oportunidad para impulsar de la mano de un aliado potente su estrategia en Europa.

"Ahora hay un emergente consenso en que hay que hacer más por promover el crecimiento y la creación de empleo ya mismo, en el contexto de estas reformas fiscales y estructurales", ha  afirmado el mandatario estadounidense, que siempre ha abogado por las políticas de crecimiento para sobreponerse a la crisis económica, en detrimento de la austeridad esgrimida por Alemania y, por ende, la Unión Europea (UE).

El crecimiento en Europa es el de EE UU

A Obama le interesa sobremanera que la eurozona salga de la crisis porque eso repercutirá favorablemente en la recuperación económica de EE UU, todavía frágil en un momento en el que se juega su reelección en los comicios de noviembre.

"Una economía europea en crecimiento y estable es el mayor de los intereses para todos, incluido el de Estados Unidos", ha ahondado Obama. "Si una compañía se ve forzada a reducir su presupuesto en París y en Madrid, ello podría suponer una ralentización de los negocios manufactureros en Pittsburgh y Milwaukee", ha argumentado el mandatario norteamericano.

El presidente estadounidense lo ha tenido más fácil de lo esperado por quienes habían augurado una fuerte resistencia por parte de la canciller alemana, Angela Merkel, quien, aunque aboga desde hace tiempo por mejorar la competitividad y generar empleo, siempre ha insistido en que no se puede fomentar el crecimiento "a crédito".

Sin tensiones con Merkel

Sin embargo, pese a las políticas promulgadas por los mandatarios estadounidense y francés, fuentes diplomáticas han asegurado que no hubo tensiones en el G-8 y la propia Merkel ha asegurado en rueda de prensa que no ha defendido una posición diferente a la de Francia en la residencia de descanso presidencial a las afueras de Washington.

El comunicado sobre la economía permite la lectura de que Merkel ha cedido, pero también ella ha logrado el reconocimiento de parte de Obama y de Hollande que las consolidación fiscal es imprescindible. Eso sí, si se juzga por el lugar que ocupa esa mención en la declaración, se podría deducir que el dúo galo-estadounidense ha logrado darle más peso a su argumento.

"Es imperativo promover el crecimiento y el empleo", arranca el texto, que resalta además que las medidas no pueden ser las mismas para cada país a la hora de hacer frente a los problemas: es decir, Europa quiere elegir por sí sola las políticas que quiere impulsar.

En el quinto párrafo, los líderes del G-8 acuerdan tomar acciones para impulsar la confianza y alentar la recuperación económica con reformas que aumenten la productividad, el crecimiento y la demanda pero siempre dentro de un marco macroeconómico sostenible, creíble y no inflacionista, y se comprometen con la consolidación fiscal.

En cualquier caso, pese a que Merkel ha dado su brazo a torcer, ha querido dejar constancia de que no cruzará algunas líneas rojas. "No se trata de programas coyunturales en el sentido tradicional como los hemos promovido tras la crisis" financiera, recalcó la canciller alemana. "Todos coincidimos en que este tipo de programas coyunturales (de estímulo) no se pueden repetir en estos momentos", señaló.

De esta manera, Merkel ha conseguido lo que quería: fomentar el crecimiento pero no a costa de nuevos endeudamientos. Se hará a través de inversiones en investigación y desarrollo, redes digitales, infraestructuras, educación, y, en el caso de Europa, en profundizar en el mercado interior.

La estrategia europea se afinará el próximo miércoles en la cena informal de líderes y se concretará en la cumbre de junio. Hasta entonces, el debate no se habrá cerrado en el Viejo Continente, pero se habrá suavizado.

Grecia, en el centro de las miradas

La gran preocupación ahora de la eurozona es Grecia y la posibilidad de que salga del euro. Incluso Obama ha reconocido los sacrificios que están realizando los helenos en su intento de reflotar la coyuntura económica y financiera en Grecia, golpeada fuertemente por la crisis que acucia con especial intensidad a la UE.

El G-8 también se ha encargado de enviar un mensaje a las fuerzas políticas en Atenas: su interés en que "Grecia permanezca en la eurozona, pero respetando sus compromisos", con la comunidad internacional que contribuye al segundo rescate del país a través del FMI y la UE.

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