José Mourinho, un ganador infeliz

  • El entrenador portugués ha acabado con la hegemonía del Barça en España.
  • Mourinho sigue cosechando éxitos deportivos en todos los clubes a los que va.
  • El luso apenas ofrece ruedas de prensa y sigue sin parecer contento del todo.
José Mourinho, en el Santiago Bernabéu.
José Mourinho, en el Santiago Bernabéu.
EFE
José Mourinho, en el Santiago Bernabéu.

Poco antes del verano de 2010, Florentino Pérez veía como el primer proyecto de su segunda etapa en el Real Madrid había sido un absoluto fracaso. El brutal desembolso que había realizado para destronar al Barça de los seis títulos (cercano a los 200 millones de euros en un solo verano), y las llegadas de Cristiano Ronaldo, Kaká o Xabi Alonso no fueron suficientes para evitar un tremendo descalabro.

Humillados en la Copa por un Segunda B (el histórico 'Alcorconazo'), fuera de Europa en octavos de final por un equipo en declive (el Olympique de Lyon) y sin poder acabar con el dominio azulgrana en Liga, el presidente madridista se vio entre la espada y la pared y dio un giro a la política del club. José Mourinho, el hombre que había logrado eliminar el todopoderoso Barça de Guardiola en la Champions, era a ojos de Florentino el único capaz de levantar deportivamente al club.

Cuando el Madrid se hizo con los servicios del entrenador portugués, todo el mundo sabía lo que se fichaba. Un hombre polémico hasta extremos insospechados, acostumbrado a ir de charco en charco y que no tenía nada que ver con el 'señorío' madridista que tanto predicaba Florentino en su primera época.

Pero los éxitos de Mourinho como entrenador eran indiscutibles. Campeón de la Copa de la UEFA y de la Champions con el modesto Oporto, se fue a Inglaterra donde hizo que el Chelsea dominará la Premier durante 3 años consecutivos. Posteriormente puso rumbo a Italia, donde el Inter pasó de equipo eternamente perdedor a doble campeón del 'calcio' y rey de Europa. Absolutamente impresionante.

Florentino obvió que en Inglaterra tuvo desencuentros con la gran mayoría de entrenadores rivales (con Rafa Benítez a la cabeza) y sus continuos enfrentamientos con árbitros en Italia. Pérez necesitaba un hombre que cambiara la tendencia del club y, contra la opinión de Jorge Valdano, Mourinho fue el elegido.

Su llegada a España supuso un auténtico terremoto mediático. No dudó en criticar a árbitros (sacó hasta una listas de errores), a los que elaboraban el calendario (al parecer había una confabulación para que el Madrid siempre tuviera menos descanso), a la UEFA (el famoso "¿por qué?" tras la expulsión de Pepe ante el Barça en semifinales) y hasta a su propio director deportivo, Jorge Valdano, al que acusó de no apoyar al equipo como debería.

El enfrentamiento con Guardiola no fue solo en los terrenos de juego, pasó también a las ruedas de prensa ("Aquí él es el puto amo" llegó a decir Pep) y la crispación en el carrusel de clásicos llegó a ser insostenible. Peleas, agresiones, jugadores fingiendo, insultos racistas... La tensión era tal que llegó a preocupar a Del Bosque sobre el buen ambiente en la selección.

El primer año se saldó con una Copa del Rey ganada al eterno enemigo y unas semifinales de Champions. Era insuficiente, pues el Barça seguía dominando la Liga y también se llevó la máxima competición continental.

A Mourinho no se le puede negar que ha armado un equipo sólido y eficaz donde los haya. El portugués siempre dice que es en el segundo año donde se ve las mejores versiones de sus equipos y en el conjunto blanco ha vuelto a quedar demostrado.

El Real Madrid ha sido un vendaval en la Liga, ha batido el récord de goles en una temporada y ha destronado al intratable FC Barcelona, uno de los mejores equipos de la historia. Además, Cristiano Ronaldo ha desbancado a Messi como mejor jugador de la Liga y la sentencia a la competición llegó con una victoria en el feudo del eterno rival por 1-2 con gol de Ronaldo y exhibición táctica madridista.

Pero todo esto no parecen suficientes motivos para que la calma llegue al club blanco. Con 10 puntos de ventaja, una pequeña mala racha traducida en dos empates hicieron temblar los cimientos del equipo. José Mourinho decidió no dar ni una rueda de prensa más, delegando en Karanka, y cuando se veía obligado en Champions por la UEFA parecía que la temporada blanca estaba siendo un desastre.

Con el título de Liga casi en el bolsillo y en semifinales de Liga de Campeones, el portugués comparecía con gesto serio, respuestas lacónicas y lanzando puyas continuas a aficionados, árbitros y periodistas.

El Real Madrid ha acabado con la hegemonía del Barça en España, pero ni siquiera eso ha normalizado el ambiente en el Real Madrid. El portugués cosecha un nuevo éxito en su carrera, pero para él no parece suficiente. Quién sabe qué necesita José Mourinho para ser feliz. La Liga ya es suya, pero el luso seguirá un año más pues su objetivo primordial es la Champions. La historia de Mou en España aún no ha acabado.

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